Sobre la luna de agosto

Este es el cuarto intento que hago para escribir una historia que acompañe a la música. Los tres anteriores no me gustaron lo suficiente. Pero justo ahora, en la noche profunda y tranquila de agosto, surgió la luna en el cielo oscuro y sentí que una luz así, tan blanca e intensa, merece unos ojos que la miren y un relato que hable de ella.

Esta historia, como todas las demás, fue real. Ocurrió una noche de marzo de 1988 o 1989, en un hotel de Playa Paraíso, en la costa de Adeje. Un grupo de estudiantes universitarios de La Laguna y de Sarriko (Universidad del País Vasco) estábamos celebrando una reunión de AIESEC (Asociación Internacional de Estudiantes de Economía). Hablábamos de intercambio entre países. La idea fundamental de AIESEC era que si los economistas estudiantes hacíamos amistades entre los diferentes países, de algún modo eso favorecería el entendimiento y la solidaridad internacional.

Todos estábamos muy concienciados y hacíamos debates sobre propuestas radicales para mejorar el mundo, pero desde la perspectiva de una colaboración leal entre naciones, sin posturas unilaterales. Hacíamos juegos (dinámicas y rol playing, se llamaban) para entender que la colaboración es la política más eficiente. Y también hacíamos las cosas que se supone que hacen una jauría de chicos y chicas de 20 años cuando están solos. Hablar y eso.

Para ayudarnos en los debates y a promover el desarrollo económico de Canarias (como la primera Feria del Empleo que hicimos en 1989), había venido una "misión" de compañeros "aiesecos" de Sarriko. Gente con experiencia. Al acabar el trabajo, y tras una gran fiesta, quedamos unos pocos que decidimos salir a ver la luna y bajamos a las rocas de la costa. Era una noche tranquila de agosto y nuestras voces se oían muy cercanas, por encima del rumor tenue de las olas.

No sé si hoy día sigue siendo igual, pero en aquellos años había una multitud de jóvenes vascos, gente formada, que estaba claramente a favor del proceso de autodeterminación. Hablaban continuamente del "hecho diferencial vasco", como un mantra que todo lo explicaba. Para mí todo eso no estaba tan claro, esta gente me sonaba igual que mis familiares y amigos de Ávila. Gente recia y que "llamaba a las cosas por su nombre", lo que quiera que eso significase.

Tras un arduo caminar entre rocas, bajo la luz de la luna, nos sentamos justo al borde del agua. Nos quitamos los tenis y dejamos que el mar bañase nuestros pies. Pies de gente diversa, llegados desde tan lejos hasta ese rincón tranquilo y perfecto del sur de Tenerife. De pronto, tuve un sentimiento que quise compartir con ellos, y no se me ocurrió un modo mejor de hacerlo que así:

¿Donde está España?, les pregunté a los vascos. Uno de ellos apuntó hacia el oeste, desorientado por la luna y su luz reflejada en la mar tranquila. No, le dije, allí está América, España está por allá. Alcé mi brazo y mi mano recta hacia el noreste. Nosotros, los canarios, sabemos encontrar a una España que no vemos en el horizonte de un mar infinito, le dije mirándole fijamente a los ojos, y eso sí es un hecho diferencial y no tu puñetero idioma.

Un par de años después, cuando escuché por primera vez al Taller Canario de la Canción, supe que esa era la música que acompañaba a todo aquello. Fue gracias a Néstor, mi mejor amigo y el aieseco más creativo de todos los tiempos, que me arrastró a un concierto legendario en aquel pabellón lagunero donde estrenaron su mejor y postrero disco "Rap a duras penas". Les dejo con el tema "Sobre la Luna" que viene muy al caso, y también porque lo cantan entre los tres geniales intérpretes: Rogelio Botanz, Andrés Molina y Pedro Guerra. Escuchen y disfruten de la luna de agosto.

Manuel Ortega