Las firmas de Trump

Las firmas de Trump son como alardes de poder, alardes de dominio sobre la finca USA y de cualquiera otra que pueda y se deje. El rictus de su cara de septuagenario adusto mirando fijo a la prensa, mostrando la carpeta con su firma, es una declaración de su poder, el que le han dado la mitad mas uno de los votantes. Sólo el prudente plazo de la historia acabará decidiendo si estamos mirando a un Theodore Roosevelt reencarnado 110 años después, o a un simple cretino.

Ni me gusta, ni me sorprende. El egoísmo y cortedad de miras es propio de los tiempos de crisis, cada cual es libre de esconderse bajo su propio error, haciendo un error mayor. Los arruinados, los que se sienten que han quedado atrás, perjudicados porque otros han sabido y podido adaptarse mejor. Resentidos por una justicia que no les llega. Pero también los que creen, siguen creyendo posible salir adelante, y luchan con todas sus fuerzas. Los que no piden, pero merecen la ayuda que les corresponde. Incluso los que ya dejaron de creer, pero que aun mantienen sus recuerdos de un tiempo mejor. Todos ellos tienen una voz y creen que ha sido escuchada.

En el otro lado, la autosuficiencia del justo. No hay color.

Roosevelt era un tirano, popular pero tirano. Liberal convencido, entendió que el progreso económico y social era enemigo de los monopolios, y parió la leyes anti Trust. Una de las mayores contribuciones al estado del bienestar a nivel global. Trump hace todo lo contrario, está firmando decretos presidenciales para cerrar las fronteras y el mercado local a las empresas USA. No se entera de nada, la frase de "América para los americanos" era una excusa para invadir Cuba, no un alegato proteccionista.

El libre comercio reparte rentas más eficazmente que ningún otro sistema. No es justo, pero qué lo es. España sufrió la autarquía de Franco y pasó hambre como nunca, y el cabroncete no cedió hasta que se le acabaron las reservas de oro y tuvo que ceder las bases para que Eisenhower pusiera sus bombas y sus dólares. Trump se está cargando al tiempo los dos paradigmas americanos: el libre comercio y las leyes anti monopolio. Qué mala pinta tiene eso.

El dinero es como el agua, fluye hacia donde le lleva la corriente y el terreno. Siglos y teorías de economistas empeñados en encerrar y acumular la piedra filosofal del valor, han concluido en la evidencia de que la riqueza acaba allí donde se la busca. Las cajas de caudales han financiado injusticia y represión durante siglos, pero también el conocimiento y la ambición de quienes acabarán, tarde o temprano, asaltándolas.

En estos días de internet y redes sociales, donde el valor está en el desarrollo y no en la mera repetición de la tecnología. Donde compartir es mucho más rentable que esconder, acceder más que acumular y participar más que sólo comprar o vender… sólo espero que la riqueza cambie de forma y se reparta, pero esta vez sin dolor ni sangre, como tantas veces en el pasado.

Nuestra vida sigue. Mi hijo, Julián, acaba de cumplir 18 años. Para él va dedicada esta canción My Chemical Romance. Se que le encanta.

Manuel Ortega