Secos

Solíamos fumar hierba y todo lo que pillábamos pero aquella tarde de sábado estábamos secos. La Mitsu estuvo buscando desesperada por los huecos de los sillones y se pinchó un dedo con un alfiler, le dije “trae que te lo chupe, por lo menos esto es algo”. Mientras tenía en la boca el dedo de la Mitsu la miré a la cara y en ese momento tuve la sensación de que estaba enamorada de mi: ¿desde cuando?, le pregunté.

- ¿Desde cuando qué?

- ¿Desde cuanto te gusto, Mitsu?

- Desde que te vi un día mirando por la ventana mientras escuchábamos el Divinities de Ian Anderson.

- No jodas, ¿cuánto hace?

- Tiempo.

- ¿Y qué piensas ahora?

- Que me vas a chupar toda la sangre, Mister.

Saqué el dedo de la Mitsu, la herida estaba cerrada y la yema parecía una pasita, le dije: mira, parece una pasita. Nos reímos, nos besamos, fui a buscar las Doce danzas con Dios y elegí In the pay of Spain. La puse, la miré:

- ¿Cómo sabías que era esa, maricón?

- Porque recuerdo bien el momento exacto, puta.

Nos abrazamos, nos olvidamos de la mierda, nos fuimos a la cama.

Rosi