Examen Y Recuperación (Por Julio García-casarrubios Sainz)

Por Julio García-casarrubios Sainz

El otro día hablaba con una nieta, y me decía que estaba muy agobiada porque tenía dos exámenes para esta semana. Yo le pregunté: ¿y qué pasa si te suspenden?. La contestación me dejó más atónito aún. Nos han dicho que no nos preocupemos porque tendremos una segunda oportunidad, que habrá un examen de recuperación para los que no superen este. Esto se produce en la primera semana de octubre, es decir a menos de un mes de haber empezado el curso.

Si esta asignatura tiene tres clases semanales, que es la media, resulta fácil calcular que han tenido alrededor de una docena de clases, y ya dedican dos, uno a examen y otro a recuperación. Esto me lleva a la conclusión que a lo largo del curso se dedican una barbaridad de clases, a hacer exámenes; la misma barbaridad de clases que no se dedican a dar clase. Yo pienso honradamente que debería priorizarse en el programa de trabajo a desarrollar actividades que conduzcan al aprendizaje, mucho más que a examinar lo que han aprendido.

Pero además del cómputo de horas, hay algo mucho más sensible. El alumno, se pasa la mayor parte de curso bajo el síndrome de los exámenes. El alumno sufre, y no dispone de la relajación que necesita para aprender en buenas condiciones. El trabajo en el aula debe dedicarse exclusivamente al aprendizaje. El alumno, en las enseñanzas obligatorias, tiene que tener el convencimiento de que acude a clase a disfrutar con el aprendizaje de lo que a él le gusta.

Esto puede sorprender. Lo reconozco. Pero dejará de sorprender si somos capaces de desligarnos de ese sistema en el que el alumno acude a clase para que el profesor le señale lo que se tiene que estudiar, y de vez en cuando, lo examinemos para comprobar si ha cumplido con los objetivos que le hemos marcado, con las obligaciones que le hemos impuesto.

Dejará de sorprendernos cuando se supriman los exámenes y las calificaciones; cuando los proyectos curriculares respondan a los intereses del propio alumno; cuando seamos capaces de entusiasmar a los alumnos con el trabajo que desarrollan en el aula. Trabajos en equipos de tres o cuatro alumnos como máximo, en los que estudien, busquen, investiguen, descubran, todo lo relacionado con un tema que ellos mismos han elegido voluntariamente. El profesor estará para ayudar, para responder, para orientar. Y el alumno trabajará con gusto, sin pensar en los exámenes y en las calificaciones. Que cada uno progrese según sus inquietudes, sus facultades o sus intereses. Fuera exámenes, recuperaciones y calificaciones.

Julio García-Casarrubios Sainz
Valdepeñas. Ciudad-Real

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