Los adolescentes noctívagos y los murciélagos tecnológicos

La Real Academia de la Lengua Española remite a "noctámbulo" cuando se busca el significado de "noctívago", un término usado más en el lenguaje poético que en las escasas 500 palabras que se usan de promedio cada día. Y la primera acepción dice: "Que tiene tendencia a realizar actividades durante la noche, en especial si son diversiones o si son actividades que normalmente se realizan durante el día".

Lo cierto es que el vocablo podría recuperarse en nuestros días para definir a las generaciones más jóvenes que no echan el cierre en el manejo de las nuevas tecnologías. Los teléfonos ya no entienden de horarios comerciales y los mensajes suenan incluso en aquellas horas de la madrugada que antaño se definían como intempestivas. En España más de las tres cuartas partes de los menores de 11 a 14 años utiliza habitualmente Whatsapp, desde sus propios terminales o desde los de sus padres. Y el porcentaje supera el 90 por ciento en los años siguientes. La mayoría se comunican por breves textos escritos y no por llamadas y no son pocos los casos donde los terminales hierven cuando se supone que ciudades y pueblos duermen. Incluso se han descrito casos en los que el titular de una línea envía mensajes dormido, en una especie de sonambulismo inimaginable en el pasado. Mientras que algunas personas "se levantan y sacan algo de la nevera" cuando están en un estado de sueño, otros "toman su susmartphone, que está justo a un lado, y envían mensajes de texto", según el médico Jim Fulop, el director médico corporativo de Servicios del Sueño OhioHealth en Estados Unidos.

"Es como si tu cerebro estuviera en piloto automático (...) Piensa en el ritmo en el que las personas envían mensajes de texto en estos días, y la mayoría de las personas duermen junto a (sus teléfonos), así que si se despiertan es otro comportamiento automático… esto es una especie de sonambulismo, esa es la forma en que lo veo", explicó hace tiempo a la CNN la médico Shelby Harris, directora de medicina del comportamiento del sueño en el Centro Médico Montefiore en Nueva York, Estados Unidos.

Lo más sensato para estos nuevos noctívagos sería aplicar el sentido común: apagar el móvil antes de entrar en el dormitorio o dejarlo fuera, lejos de la cama. Eso sobre el papel porque en la práctica la tentación seguro que continuará acechándolos.

Pero no todo iban a ser riesgos imprevisibles de la mano del smartphone. El ser humano tiene el sentido de la ecolocación, como el que tienen los cetáceos o los murciélagos, aunque menos desarrollado. Lo comprobó un equipo de científicos de la Universidad de Alcalá de Henares (UAH) en 2009. Según la investigación, la emisión de ciertos chasquidos de la lengua puede ayudar a identificar los objetos de nuestro alrededor, sin necesidad de verlos. El desarrollo y la práctica de este sentido podría ser especialmente útil para las personas con falta de visión. Ahora, con otros trabajos de campo todavía incipientes, se plantea la hipótesis de que las personas, embebidas en su pantalla luminosa mientras andan por la calle, están desarrollando ese sentido de la ecolocación y ya no se chocan con árboles ni farolas mientras wasapean.

Pero, como dijo el escritor Tom Clancy, lo más sensato, mientras los científicos lo avalan con hipótesis plausibles, parece ser "fijar la mirada al frente en lo que puedes hacer, no hacia atrás en lo que no puedes cambiar". No solo por nuestro amor propio o vanidad o yo interior. También por ahorrarnos alguna tirita o punto de sutura porque las "columnas están ahí" y darse de bruces con ellas -las reales, no las oníricas- puede ser peor que un gancho del púgil más aguerrido y despertarnos abruptamente del universo táctil del teléfono celular como dicen en América.