La comandante Zaida se afilia al PSOE y no se hernia, que sepamos

Señor director de Dclm.es, soy aquel viejo militante socialista que escribió una carta a su periódico tras asistir a una charla que nos dio la comandante Zaida en Albacete, en la que me rebelé por una razón muy simple: una diputada incluida en las listas del PSOE, que no había tenido la delicadeza de afiliarse a mi partido, venía a darme lecciones de socialismo y a dirigirme el voto.

Dije, y mantengo, que viejos socialistas, como yo, se tuvieron que quedar a cuadros cuando oyeron soflamas de alguien que no estaba criada en la cultura del partido, que no es otra que la del trabajo abnegado, nunca remunerado, y siempre solidario.

Apunté que por lo menos debía tener la delicadeza de afiliarse al partido que ha permitido que le paguen un buen sueldo, al partido que la incluyó en las listas sin pasar ningunas primarias. La noticia es que finalmente lo ha hecho "para tener más compromiso con el partido", dice.

Pues ahora que ya es militante, que ya estamos de igual a igual (bueno, esto es un decir porque yo no cobro más que mi pensión), me atrevo a hacer unas cuantas reflexiones para que si me lee, que no creo, piense en lo importante que es para un viejo socialista que sus representantes también tengan el compromiso de ser y estar afiliados.

La primera reflexión es muy clara: Si las elecciones primarias es el principio democrático de más valor para obtener la máxima representación del PSOE, ¿le parece bien que la incluyeran en las listas de Madrid sin preguntarnos a los militantes?

Si le incomoda esta pregunta, ¿por qué no le pidió al compañero Pedro, al que yo también voté, que la colocara en un puesto que no hiciera saltar las alarmas, por delante del que pudo ser nuestro secretario general, Eduardo Madina? ¿Es consciente de lo que incomodó este hecho?

¿Sintió rubor cuando este compañero se quedó fuera? ¿Reflexionó sobre ello? Y si reflexionó y le dio vergüenza, por qué no le cedió el puesto? Ya, ya, no me lo explique, no tuvo que hacerlo porque dimitió antes otra diputada.

Compañera Zaida, no crea que soy un clasista que hace del carné dogma de fe. ¡Que va!, los tiros no van por ahí, porque por esa regla de tres caeríamos en el error de mirarnos el ombligo y apenas juntar para una partida de truque. Los tiempos, afortunadamente, no van por ahí ni yo tampoco.

Ahora que ya podremos votar los dos en las primarias, le pregunto si le ha supuesto un esfuerzo grande tomar la decisión o, por el contrario, ha encontrado alivio en el hecho. Porque imagínese que paradoja hubiéramos tenido en la próxima elección de Secretario General, usted dando mítines a favor de un candidato y luego... De perogrullo ¿no?

Imagino que no se ha herniado, permítame la broma, pero me queda la duda de saber si lo ha hecho convencida o por no caer en la demagogia de predicar y no poder dar trigo. Es la duda del viejo socialista. Pero ya sabe que la duda es fe y afortunadamente soy un hombre de fe.

Un viejo socialista