El descrédito político del PP

Dicen que quien al cielo escupe… casi nunca es necesario terminar la frase, porque todos sabemos el final, y es que es pura lógica según la ley de la gravedad. Hay quien prefiere decir eso de que quien a hierro mata…

A veces cegados por la rabia, la impotencia, el odio o el rencor se dicen o se hacen cosas sin calibrar las consecuencias, y aquí vendría la teoría de la reacción causa – efecto, que algunos parecen no saber valorar. Cuando se critica por el alto tono de voz, no se debe alzar aún más el tono, porque siempre existirá alguien a quien el primer volumen no molestó pero si el de la queja.

Los insultos y las descalificaciones en política siempre son un arma de doble filo, sobre todo cuando se habla de los militantes, afiliados, o inscritos a algún partido, porque ese ejército puede estar compuesto de un enorme abanico de colores que no distan mucho de los propios. Aunque la ideología, en el caso de que la haya, es el nexo de unión entre ellos, las individualidades pueden ser infinitas. Y es que algunos políticos y políticas piensan que sus “individualidades” sientan cátedra de forma proporcional al egocentrismo ejercitado y que sus afirmaciones por muy inciertas que sean, repitiéndolas se harán efectivas, siguiendo la línea de Goebels, ministro de propaganda de Hitler, sobre todo en aquello de “una mentira dicha muchas veces se convierte en realidad”, personaje seguramente cercano para quien obtuvo una condena por vulnerar derechos fundamentales.

Lo más preocupante de la situación, en relación con los discursos políticos actuales y con estas cansinas ganas de hacer comparaciones con Venezuela, buscar delincuencia, o repartir platos de lentejas, es el lenguaje utilizado, que lejos de ser el apropiado a un cargo público, provoca el descrédito en quien escucha.  

Si alguien insulta, debe esperar en cualquier momento un insulto de vuelta y esta vez propio. Si agrede, puede estar preparado para la agresión, pero lo importante es la imagen que se da al exterior con esos comportamientos. Denostar las instituciones, así lo llaman, y suele venir, cuando en ellas se habla de temas poco relacionados con los problemas de los ciudadanos y sus soluciones, que debe ser el objetivo prioritario de quien hace política.

A los ciudadanos nos cansan los 15 días de campaña electoral, 4 años serían insufribles, y es que ya llevamos dos. Por ello, desde la aldea, la calle, o la ciudad pedimos encarecidamente al Partido Popular, que aprenda a hacer oposición, y deje de hacer electoralismo durante la legislatura, porque ahora se trata de gestionar,trabajar y hacer oposición, no de competir. No les votamos para ver quien insulta mejor o mas fuerte, les votamos para obtener resultados de gestión en el gobierno o en la oposición. 

El Observador