El sello de Cospedal

Cuando, en mayo de 2015, Cospedal perdió la mayoría absoluta para seguir gobernando en Castilla-La Mancha, diseñó, desde un básico sentimiento de venganza, la oposición que debían realizar sus diputados: ni un momento de respiro para el gobierno de Page y palos en todas las ruedas para obstaculizar cualquier iniciativa que permitiera una mejora para nuestra tierra y nuestros ciudadanos.

Cospedal debió inspirarse en la toma de posesión de Page cuando el nuevo presidente, apoyado por Podemos, aseguró que “las cosas van a cambiar para todo el mundo, para la gente que más lo necesita. A partir de mañana –dijo- estaremos a la altura de nuestra historia”.

Te vas a enterar tu de lo que es estar a la altura, debió pensar entonces desde una soberbia política Cospedal, incapaz de realizar un análisis de los motivos reales por los que había perdido más de un diez por ciento de los votos que la hicieron presidenta en 2011.

Desde que llegó a nuestra tierra, el estilo Cospedal quedó patente en comportamientos políticos de miembros del PP inéditos hasta ahora en la historia de nuestra región. Su consejero de la Presidencia, Leandro Esteban, comenzó a utilizar un discurso muy agresivo, inaugurando así un nuevo comportamiento en su trayectoria en Toledo y una nueva forma de hacer política que se ha ido hinchando hasta la zafiedad y la vergüenza en los últimos tiempos.

Cospedal fue incapaz de reconocer que debía achacar la pérdida de votos y de la presidencia de CLM a su particular empeño por acaparar puestos de relevancia y en un pésimo momento para su partido. Tuvo que afrontar desde la secretaría general la punta del iceberg de lo que luego ha resultado ser la mayor historia de corrupción de nuestra democracia.

No quería Cospedal a nuestra tierra, no defendió Cospedal a Castilla-La Mancha, venía dos o tres veces a la semana, daba órdenes a diestro y siniestro y las sigue danto, siguiendo más el mandato de sus básicas pasiones que el de una útil y sensata estrategia política a medio o largo plazo. Hay que perseguir a Page como perros de presa, saltándose incluso las normas básicas de la cortesía, la elegancia parlamentaria y el sentido común.

Incapaz de reconocer sus propios errores, Cospedal mandó al exilio a todo su equipo de comunicación que no había hecho sino seguir sus órdenes. Linchó a Leandro Estéban que abandonó la vida política y fue entrenando como dóberman políticos a todo su equipo desde la ya iniciada Riolobos a Robisco, pasando por Guarinos y el resto de la bancada o broncada. Ahora da la sensación de que, en una carrera por mantener contenta a su jefa y olvidando los linchamientos de Cospedal con la mayoría de su equipo cuando no le salen bien las cosas, han ido pasando de las gruesas palabras a los insultos y a ciertas acusaciones propias ya de juzgado de guardia. Así, Guarinos aseguró que Podemos está lleno de “delincuentes y pederastas” indignada porque Page había firmado un acuerdo con Podemos para sacar adelante los Presupuestos.  No podía permitir Cospedal un nuevo avance de Page en su empeño por cumplir con su promesa de mejorar la situación que ella había dejado en Castilla-La Mancha.

Cospedal dio la orden para evitar por todos los medios la aprobación de los presupuestos y los suyos iniciaron un torpe y banal ataque de filibusterismo parlamentario para poner todas las trabas posibles.

Ella mantiene su sonrisa, mientras sus chicos y chicas deben realizar el trabajo sucio. En buena medida, en la peor medida, la vida política de Castilla-La Mancha lleva impreso el sello inequívoco de Cospedal.

elObservadorDCLM