La renovación no son solo caras, sino ideas

La tan de moda “renovación”, palabra que nos ha saltado desde hace unos años, tal vez 17, por aquello del cambio de siglo, se ha instalado en nuestras vidas y de forma muy insistente en los discursos políticos de los últimos tiempos. Como si fuese la panacea de los problemas que nos desbordan en estos momentos.

Renovación en los parlamentos, en los medios de comunicación, en los grupos sociales, la semestral renovación de la moda. Ello nos indica que hay algo del pasado con lo que queremos terminar, o tal vez que algunas cosas, normas, gustos, o tendencias han quedado obsoletas como consecuencia del devenir de los años que cada uno de nosotros llevamos a cuestas.

Sin embargo, cuando se habla de renovación en política, la idea mental que nos invade, son los jóvenes con coletas o rastas que dotan de modernidad el hemiciclo del Congreso de los Diputados. Pero eso no es la renovación. La renovación política  no camina sola porque tengas 20 años, ni porque vistas jeans cuando antes se vestía traje. La renovación política es un cúmulo de circunstancias que empiezan por el cambio dentro de la misma ideología de los criterios, los argumentos y los instrumentos que hagan más actual los discursos políticos que se escuchan. Se puede renovar un partido sin renovar sus personas, solo con la adaptación a los nuevos tiempos de las nuevas ideas y estructuras, pero la renovación basada simplemente en el cambio de personas, no cambiará nunca a un partido, simplemente cambiará su imagen exterior.   

La renovación política no implica un cambio de cara, sino un cambio de ideas, y ese cambio de ideas solo se conseguirá con el diálogo de todos los estratos sociales y con todas las etapas vitales de los ciudadanos, porque cada uno de ellos tendrá algo que aportar en ese cometido de la renovación de ideas.

 Alvin Toffler, ese hombre que se hizo famoso por sus discursos sobre revolución digital o de las comunicaciones, o de la singularidad tecnológica, que murió casi cuando estaba a punto de cumplir los 100 años decía que la “Sociedad necesita todo tipo de habilidades que no son solo cognitivas, son emocionales, son afectivas, porque no podemos montar una sociedad sobre datos”.

No podemos hablar de renovación por llevar al lado caras jóvenes, nuevas, o hacernos fotos en determinados ambientes juveniles, para colgarlas en redes sociales  y contar el número de interacciones que provocamos, porque la renovación la hace quien realmente consigue retos, innova, o crea nuevos acontecimientos, que en algunas ocasiones hasta parecían imposibles de conseguir, porque “la única fuente del conocimiento es la experiencia” (Einstein), todo lo demás es información y escaparate.

Dejemos de utilizar la palabra renovación como si fuera un spot publicitario, seamos consecuentes con ella pero sin perder de vista la experiencia y desde esta perspectiva seremos capaces de acercarnos a los ciudadanos de hoy… porque eso si será la renovación que implica los cambios. 

elObservador.DCLM