El Rey se ganó el sueldo / Miguel Nieto

Le comenté a mi amigo Cristóbal Rozalén en las horas previas al discurso del monarca que no esperaba nada nuevo en su alocución. Está uno tan acostumbrado a escuchar obviedades del propietario de la corona, a discursos ramplones en Navidad y a rollos retóricos que me pilló desprevenido. El comienzo fue brutal, dijo en unas cuantas palabras lo que todos los españoles pensamos de los independentistas catalanes. Parece como si alguien, de pronto, le hubiera cambiado el escribidor y su desmelene fuera más por el convencimiento de lo que sentía, de tal manera que supe que Felipe tiene sangre y española. Así, y no de otra manera, fue como me fijó al sillón y empece a comprender, por primera vez, que se estaba ganando el jornal.

Felipe, a partir de ahora el rey, situó el plano de su discurso en hacer ver a los asonados que no van a ninguna parte si el estado de derecho se las tiene con ellos. Fue valiente e incluso temerario con las palabras cuando incidió en la deslealtad que están teniendo con España y con los propios catalanes que no piensan como estos radicales. Les dijo de todo menos bonicos para llegar a la conclusión de que a España no pueden desmembrarla cuatro ejarracolchas que han aprovechado su momento para poner en jaque el orden constitucional.

Felipe desbrozó el camino que antecede a la aplicación del artículo 155 de la Constitución para suspender la autonomía y que los catalanes, todos, puedan decir en unas urnas si están con los golpistas o prefieren el camino de la unidad. Felipe puso en manos de todos el instrumento menos incontestable que existe, la palabra. Esa arma poderosa que mata y da vida a la vez. Y fue su palabra la que resonó, por primera vez repito, en las paredes de España. Felipe hizo más por el amor a la bandera española en seis minutos que cuarenta años de democracia. ¡Ole tus huevos, Felipe!

Y así hoy cuando amanece vivo atento a saber si el pistoletazo de salida nos lleva a algún lado o la pasividad nos somete a la incertidumbre de saber qué ocurrirá. Siento la necesidad de un gobierno fuerte que no dude, que actúe, que defienda a las fuerzas del orden público que están siendo vilipendiadas por radicales tramontanos echados al monte. Hoy más que nunca quiero que las instituciones de España se ganen el sueldo y pongan orden en la algarabía que el independentismo ha generado.

Majestad, no está de más que de vez en cuando se remangue, se eche al tajo y nos demuestre a los que no estamos muy convencidos del papel que juega la corona que lo de ayer no fue un espejismo. He dicho.

Miguel Nieto, periodista.