De las técnicas políticas y de quienes mienten como bellacos

Es conveniente huir de los extremos en la práctica de la política. No se trata ahora de posiciones ideológicas sino de estrategias para movilizar las mentes de los ciudadanos y conseguir sus votos.

En los últimos años destacan dos técnicas más rentables que otras. Una es el ombliguismo nacionalista, victimista y supremacista. Mueve sentimientos básicos muy similares a los que se viven en deportes como el fútbol donde el nuestro es el mejor y el otro es siempre el enemigo. La técnica se puede mezclar con la segunda, basada en rodear y aniquilar al contrario.

Ambas estrategias suelen combinarse y pueden mostrar cierta cara positiva cuando el nacionalismo defiende intereses regionales o locales y potencia a “su gente” y cuando el hostigamiento se produce con razón ante un contrario corrupto o poco práctico por su falta de efectividad o de trabajo.

Existe una tercera técnica menos efectivista o provechosa a corto plazo, una propuesta con la que resulta más difícil abrirse paso entre las otras dos.

Se trata de trabajar lo mejor posible en defensa de los intereses de los ciudadanos a los que se gobierna, sin creerse el ombligo del mundo, sin hostigar al otro por activa y por pasiva. Esta es sin duda la más honesta y la más compleja ya que, además de luchar por mejorar la vida de los ciudadanos, debe enfrentarse cada día con los políticos que buscan el desgaste como único argumento, ponen palos en las ruedas e incluso y sin pudor mienten como bellacos.

elObservadorDCLM