La pereza

 - Yo ya no aguanto la perennidad de las cosas, Gloria…

- ¿Por ejemplo?

- No se, lo de los catalanes, me da pereza. Antes me interesaba, que si los unos que si los otros, estaba indignada, pusimos una bandera en el balcón de casa y ahora…mira ya estoy harta, no la quito por mi marido que se pasa el día refunfuñando. Yo ya no puedo gastar más energías en eso, que se ganen el sueldo los políticos que ya me tienen frita, que se vayan todos a vivir a esos chalets en Bruselas, mira.

- ¿Y qué más cosas te dan pereza?

- Que me llamen al móvil y que no llegue a cogerlo. Entonces devuelvo yo la llamada y me sale el buzón de voz de quien me ha llamado…

- ¡Mi hija!

- ¿Qué? ¿Tu hija? ¿Tu tienes una hija?

- Pues claro, hija, tu la conoces, ha estado aquí la semana pasada con su novio…

- ¿Tu hija es catalana?

- ¡Cómo va a ser catalana!, es toledana y nunca coge el teléfono…

- Lo tendrá lejos, estará alisándose el pelo, no se.

- ¡No!, siempre lo tiene en la mano, una vez se lo dejó en el baño y casi tenemos que llamar a las urgencias, no está mi móvil, no está mi móvil…y cuando lo encontró le bajaron las pulsaciones tanto que le tuvimos que preparar un colacao.

- ¿El colacao es bueno para las pulsaciones?

- Ni idea, pero es lo único que toma mi hija, ni café, ni infusiones, a veces leche con quelos, pero nada hija, colacao.

- ¡Qué generaciones y qué pereza!

- ¿También te dan pereza las generaciones?

- También, hija, también me dan pereza las generaciones. Mejor no hablar de los hijos…

Gloria Gallas