Las cosas cambian

Existen muchos misterios en torno al tenis. Sobre las pistas sobrevuela un ser misterioso que regala y priva momentos de gloria y derrota. Habíamos quedado por el “Me apunto” pista 11 a las 11, solo sabía su nombre y no tenía idea de cómo jugaba. Por el peloteo supe que manejaba bien la raqueta, no mucho mejor que yo, fiable en sus golpes y buena movilidad. Me ganó los tres primeros juegos sin haber demostrado una superioridad clara. Empecé a ponerme algo nervioso porque era uno de esos días en que te dejas llevar perdiendo puntos, piensas más en la técnica que en soltar el juego y tratas de controlar tu raqueta, tu brazo, tu cuerpo, sin conseguirlo. En el cambio de pista hablamos sobre el cordaje, la presión, las bolas y al beber agua vi una paloma que se había posado sobre la estructura del tejado. Gané mi saque con cierta facilidad, una pelota se deslizó reptando tras golpear en medio de la línea y otra tocó ligeramente la red antes de caer muerta en su campo. Todo había cambiado, gané también su saque y la desesperación cambió de pista. Gané seis-tres sin haber mejorado mucho mi juego y sin que él hubiera cometido muchos más errores que en los tres primeros. Las cosas cambian, particularmente muchas veces soy incapaz de encontrar los motivos pero sí se que nunca hay que darse por vencido.

Kimi