Vale, entra

Ahora había comprado uno con pincelito, carísimo pero mucho más práctico. Además, odiaba cuando el pegamento de contacto se pegaba en los dedos y parecía que iba a quedarse allí toda la vida como un huésped pegajoso. Luego, con los días, iba desapareciendo no se sabía bien como, el caso es que se cayó al suelo encima del parquet flotante: ¡qué desastre! Mejor que intentar quitarlo, lo dejó secar y luego comprobó que había sido una buena decisión. Se creó una película que pudo luego retirar con un cuchillo de cocina. Volvió a manipular el frasco con sumo cuidado pero, como siempre sucedía, no pudo evitar que el pegamento se adhiriera en dos o tres de sus dedos. Tenía prisa porque quería ir al gimnasio. Se puso la ropa y salió corriendo con su bolsa y sus zapatillas naiki. Entró en aquellas modernas instalaciones, pasó la pulsera para abrir la barrera y puso el dedo índice en el lector de huellas. No funcionaba, no se abría. Llamó a una encargaba, perdona tengo prisa porque no llego a ciclo, pero esto no se abre. A ver...No reconoce su huella, lo siendo ¡El pegamento, es el puto pegamento!, perdona, bueno es que tengo pegamento de ese del fuerte en el dedo y claro no me reconoce la huella, mira. Vale, entra.

Kimi