Brit Floyd

Me gustaba Gustavo pero empezaba a notar ciertas molestias igual que cuando aparecen los primeros síntomas de una enfermedad. Me molestaba su forma de apretar la crema de dientes, sus prisas para todo, su caos, su perfume y sus feas sortijas: ¿cómo puedes llevar ese anillo tan horrible con una calavera? Me gustaba Gustavo pero sabía que no íbamos a durar mucho. Esta mañana cuando cogí la tablet encontré que se había dado de alta en una página de citas, joder, lo que faltaba. En vez de decirle nada decidí apuntarme yo también en la Red Privada de Amigos. Le busqué. Que tonto. Sabe que yo se que antes de conocerle sus amigos le llamaban Pichu. Se presentaba en la web como una persona ordenada, simpática e inteligente: ¿quién dice de sí mismo que es inteligente? No hablé con Pichu sino con Marcel. Pronto llegamos a la conclusión de que la música alcanzó su cenit con Pink Floyd y, hablando hablando del Pulse, me quedé de una pieza cuando me invitó a un concierto de Brit Floyd en Berlín el 11 de agosto. Era mi sueño, ¡Brit Floyd!

Adiós Pichu.

Rosi