Las preponderantes

Fui a ver a mi buen amigo Felipe, el que toda la vida ha manejado mi dinero en la entidad bancaria del barrio. Era más que mi persona de confianza, ya digo podía considerarle un verdadero amigo. Me dejó en blanca con las preponderantes, unas acciones nuevas donde me aconsejó que debía colocar todos mis ahorros, la jubilación y la herencia de mis hijos y de mis nietos. Fui a verle indignado, iba dispuesto a todo pero me dijeron que le habían trasladado y que no sabían donde. No era yo el único al que habían timado. Creamos una asociación y nos hablaron de un buen bufete de abogados que solo cobraba un porcentaje si recuperábamos parte de lo que nos habían robado. No había otra alternativa. Mi nieto me preguntó cómo era posible que una entidad legal robara así a una persona y que la justicia no hiciera nada de oficio y que tuviéramos que recurrir a abogados privados a los que debíamos pagar para recuperar parte de lo que era nuestro. Me aconsejó que nos atáramos a unos árboles. Nos atamos. Alguien dijo que ofrecíamos una mala imagen corporativa a los turistas y que debían degollarnos. Vinieron otros abogados a defendernos a cambio de unos miles de euros. Mi nieto seguía sin entender cómo podían robarnos y degollarnos y que el gobierno y la Justicia no hicieran nada. El ministro de Justicia dijo que tal vez sería necesario ilegalizar a mi nieto.

Kimi