El frío, Elvirita y la cazalla

Este año siento que hace más frío que el pasado invierno, opinión que no parece compartir más que quien siempre suele darme la razón por diferentes causas. Otros años no sufría yo este atizamiento de las bajas temperaturas en mis huesos, en la punta de mi nariz, en mis pies y en mi garganta pues, a pesar de cubrirlas con abrigos, calcetines de lana y bufandas, sienten una sensación gélida que llega a ser incluso dolorosa. En esto que me encuentro con don Arturo, el médico del cuarto y le propongo tomar un café en el bar de abajo. Acepta, le cuento mi problema y me dice que existen distintos factores endógenos y exógenos que pueden hacernos sentir más frío que el real como la anemia, la fatiga, la mala circulación, la tiroides, la deshidratación, la hipoglucemia e incluso la incontinencia urinaria o el abuso del alcohol. A veces, añade, es un asunto relacionado con la constitución, en fin, termina, si te sirve a consuelo yo este año tengo mucho más frío que los anteriores y te agradezco mucho este café, por cierto ¿es verdad que tu hija se va a casar? Le informo a mi vecino que yo no tengo hijas, nos reímos, se disculpa, me cuenta que se está haciendo mayor y que siente cada vez más la necesidad de compartir su vida con una mujer como esa vecina que, pienso, debe ser Elvirita, la del segundo. Nos tomamos un par de copas de aguardiente anisado y pasamos casi una hora riendo por cuestiones de lo más intrascendente. No sabía yo que este don Arturo era un gran tipo. Al salir a la calle parece que el frío nos ha dado un poco de tregua.

Kimi