La palabra

Cuando Francisco apretó el gatillo, en la vieja radio sonaba una preciosa versión de "Moon River" cantada maravillosamente por Andy Willians.
Se arrepintió al instante, pero el percutor ya había golpeado la bala de treinta y ocho milímetros y ésta corría casi incandescente por la mitad del cañón del revolver a una velocidad de quinientos metros por segundo.

Apenas tuvo tiempo de pensar en apartar el arma de su cabeza y de decir las dos primeras sílabas de la palabra mierda.

-¡¡¡MIER!!!.

El proyectil entró por su sien izquierda y salió a la altura de la oreja derecha, yéndose a incrustar finalmente sobre un cartel de chapa algo oxidado de "Danone" que estaba clavado en la pared.

Francisco aún con los ojos abiertos cayó al suelo como un enorme saco de patatas, arrastrando en su caída a una pequeña mesa supletoria sobre la que había un teléfono de góndola negro y un jarrón muy pasado de moda con unas flores secas.

Quedó tendido en el suelo con los brazos extendidos y con el revólver aún en su mano izquierda, convulsionando e intentando en el último hálito de vida pronunciar la última sílaba "DA".

La raída alfombra que cubría el suelo del salón empezó a teñirse de un rojo brillante, lenta, muy lentamente.

En la radio Michael Feinstein llenaba el aire con "Begin de Beguine".

Francisco reconoció la melodía e, instintivamente apretó su mano izquierda con fuerza, aferrándose a una vida que perdía a borbotones, accionando del nuevo el gatillo del revolver, que escupió una bala que, tras salir por la ventana, rebotó en la escalera de incendios metálica del edificio, saliendo expelida hacia abajo.

Atascos.

Juan odia los atascos y hoy más que nunca.

Formando una parte más del enorme gusano de dos kilómetros de largo que se ha quedado dormido en la Avenida, el coche de Juan aguarda ronroneando a que alguien despierte al enorme bicho para al menos poder avanzar unos metros sobre el asfalto.

Juan enciende la radio buscando un poco de calma.

La dulce voz de Michael Feinstein finaliza los últimos compases de "Begin de Beguine".

Juan siempre adoró a los "Krooners". Respira hondo pensando "bueno al menos tengo buena música".

Un espacio en blanco llenado por el encender de un pitillo y Al Martino, inunda el coche con su "can´t take my eyes off you".

"Qué bien hice en cambiar los altavoces del coche".

El vehículo de delante avanza unos metros. Juan pisa con suavidad el acelerador y comienza a canturrear. "I love you, baby....".

Semáforo en rojo. "vaya hombre, éramos pocos...".

La gente empieza a cruzar la calle en ambos sentidos, siempre con prisa, siempre indiferentes los unos de los otros…

"Fíjate que bellezón, anda que si fuera más joven te ibas tú a escapar", piensa Juan casi en voz alta.

Una muchacha de unos veinte años cruza la calle. Ella también se ha quedado mirando a Juan le sonríe y al instante, abriendo mucho los ojos, cae al suelo desplomada.

Juan sale de su coche y corre hacia ella.

El asfalto comienza a cubrirse de rojo. La muchacha tiene un agujero en la cabeza.

-¡¡¡Pero qué !!! ¡¡¡MIERDA, MIERDA!!!

Francisco ha dejado de moverse. Parece sonreír.

En la radio Bobby Vinton llena de "Terciopelo Azul" el cielo.

Copris