Círculos

...Aquella calurosa mañana de julio, Alberto no pudo tomarse su habitual café capuccino de máquina.

No sabe, siempre lleva el dinero preparado en el bolsillo del pantalón, treinta y cinco céntimos...

Debió ser al sacar el móvil, cuando aquella monedita de cinco céntimos bastante negra y con algo de verdín, como si hubiera pasado mucho tiempo en el agua, cayera al suelo...

Claro, si Laura,  su novia no le hubiera llamado en ese momento, seguramente ahora se estaría tomando ese café que tanta falta le hace a media mañana...

Las cosas no van muy bien entre Alberto y Laura. Ayer discutieron, y no porque el amor no fluya de ellos como un río, sino más bien porque la propia vida les separa...los trabajos, los interminables viajes en metro...Ayer mares de lágrimas brotaron de los hermosos ojos de Laura...

Ella cogió su teléfono y llamó a Alberto justo en la hora del café...Volvieron a discutir...

...La moneda salió disparada como impulsada por un muelle, cayó al suelo y rodó durante un buen rato hasta quedarse parara y pegadita a un murete de ladrillo plantado de arizónicas...Alberto la hubiera oído si en ese momento no hubiera pasado una hormigonera que llegaba tarde a la obra...

Viendo pasar el tiempo, la monedita de cinco céntimos estuvo allí durante muchos días, como de vacaciones, sintiendo los frescos amaneceres y contemplando como la gran moneda roja ascendía cada día hasta el cielo...

Juan es jubilado y todos los días, nada más salir el sol, bastón en mano comienza su largo paseo de más de una hora por la gran Avenida flanqueada de castaños de sombra...Siempre lleva un pequeño transistor pegadito a la oreja, si único amigo...

Anda despacio y siempre mirando al suelo...

Ha pasado por el murete de ladrillo y se ha fijado en algo redondo, pequeño, bastante oscuro y con algo de verdín...

Una moneda de cinco céntimos...Con dificultad se agacha y la coge, mirándola extrañado. Daba la impresión que hubiera estado durante bastante tiempo en el agua...pero no deja de ser una moneda...

Son las nueve y Juan termina su paseo...Antes de entrar en su casa compra el pan..."Panadería Martínez,"...compra dos pistolas y un donuts...dos con treinta y cinco...

A Juan le han venido bien los cinco céntimos, sino tendría que haber cambiado..."treinta y treinta y cinco...están un poco negros pero sigue valiendo..."...

Laura coge las monedas. Es la dependienta de la panadería...Hace mucho tiempo que no ve a Alberto...Se queda mirando a la monedita y recordando... Inconscientemente se la guarda en el bolsillo...

Son las ocho y media de la tarde y Laura echa el cierre a la panadería...

Camina despacio, recreándose en cada baldosa del suelo, en cada recuerdo, en el aire que enreda su cabello, en Alberto...

El caer del agua de la pequeña fuente con angelote que hay al lado de su casa le saca del mundo de los sueños...

Saca las llaves para abrir el portal y con ellas sale la moneda...Se acerca a la fuente con pasos sigilosos, se da media vuelta, cierra sus ojos, piensa en su mayor deseo y con el alma puesta en cinco céntimos lanza la monedita al agua "Ojala todo sea como el día que llamé a Alberto..."...

El portal se cierra...

Es Julio, y Andrés empleado del Ayuntamiento acaba de limpiar la fuente del Angelote. Se ha encontrado en el fondo una moneda muy negra...parece de cinco céntimos...llena de verdín...

Se la guarda en el bolsillo de su mono azul...

Monta en la furgoneta...

Unos cientos de metros más allá se detiene y saca los utensilios de podar...Tiene que cortar las arizónicas del murete del ladrillo que rodea el colegio de San Martín...La cremallera del mono está abierta y, al agacharse los cinco céntimos caen al suelo, quedándose pegaditos al muro, recreándose en el brillar de la mañana...

Es la hora del café y Alberto sale de su trabajo rumbo a su capuccino...treinta y cinco céntimos...

El siempre lleva el dinero preparado. Lo saca de su bolsillo. Sólo lleva treinta céntimos...le faltan cinco...

Al pasar por el murete de ladrillo cubierto de arizónicas observa como un mirlo esta intentando coger algo redondo y bastante oscuro con el pico...Es una moneda...Alberto corre hacia el ave que asustada, suelta su tesoro y vuela hasta posarse en la ramo de un álamo...

Alberto la coge...cinco céntimos muy gastados...mira tú por donde hoy tendrá para el café...

El pensamiento de su novia Laura le viene a la mente como un soplo de aire...Laura...

Ella tiene el móvil en la mano está a punto de llamar a Alberto, pero es él el que pulsando el número de su novia primero hace que la panadería se llene de esperanza y de besos llenos de lazos...

Hola Laura...Hola Alberto...

Dos golondrinas se cruzan en el cielo saludándose...

Mientras la monedita de cinco céntimos comienza a relucir como antes nunca lo había hecho...

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