Espacio y tiempo

...Amanece...Y como cada tres de junio desde hace más de veinte años, Edelmiro Pérez ya está andando por la vía del tren...

Con las manos en los bolsillos y la mirada clavada en los brillantes y paralelos raíles, recuerda el día en que el expreso acabó con su vida...

Sentado sobre una pequeña caseta, Edelmiro ha encendido un cigarro...el humo se ha convertido en niebla y la niebla en el pasado...

Con una pequeña maleta roja  salió de su casa y la miró por última vez...blanca, pequeña...toda su vida en cuatro paredes, una cama, una mesa y una silla...

El cielo también estaba azul como hoy y los primeros pájaros habían empezado a cantar...

Con el andar denso del que espera no volver, tomó el camino más rápido hasta el pueblo; seguir las vías del tren...

Los campos de trigo empezaban a mostrar su lado más dorado...un mar de oro con algún rojo pez de amapola...

A mitad de camino, se sentó en una pequeña caseta de agujas y encendió un cigarro...y el humo se convirtió en niebla y la niebla en presente...

Edelmiro mira a izquierda y derecha...A los lejos, una negra columna de humo se eleva y los desesperados engranajes de las ruedas  del ferrocarril pronuncian su nombre...Una bocanada más de humo y el cigarrillo va al suelo, Edelmiro lo pisa con sus zapatos nuevos...Y el humo de niebla lo lanza al futuro...

La negra máquina no para, pero le sigue llamando...¡¡¡Edelmiro!!!...

Abre la maleta...está llena de periódicos amarillos pintados por el tiempo...Todos son del mismo día...tres de junio...

-¡¡¡Edelmiro, Edelmiro, ven...!!!!...

Sintiéndose halcón, abre los brazos y vuela, vuela sobre la negra locomotora, mientras las ruedas comienzan a echar chispas, igual que un gigantesco mechero de yesca...

Se ha hecho de noche en sus ojos  que aún siguen abiertos...

Tiene la cara manchada de hollín y ya no escucha nada, sólo en viento...Y el negro humo de carbón le lleva en volandas al pasado...

...Sentado en la pequeña caseta...ha vuelto a recordar el día en que el expreso acabó con su vida...se ha puesto de pie...

Una nube ha escrito su nombre el cielo...Es el presente...

Con las manos en los bolsillos y su andar denso de zapatos nuevos sobre la grava del camino de hierro, Edelmiro ha cerrado los ojos y una vez más su mirada de ciego se ha pintado de estrellas...

Ha llegado al pueblo...No hay nadie, ni siquiera él está allí...De una casa pequeña y blanca como la suya ha salido un niño, apenas tendrá seis o siete años...

No se dicen nada pero sus miradas se cruzan, como dos brillantes raíles...

El niño le sonríe y se acerca a él...Edelmiro le tiende su mano y el pequeño la coge y la aprieta fuerte...

-¡Hola! -.

-¡Hola chaval!...¿Estás solo?...

-Si...-responde con su carita llena de pecas-

-Ven...

Y los dos, dentro de la bruma de un atardecer de otoño, han vuelto a sumergirse en el presente y han recordado juntos la vez en la que el ferrocarril llenó de periódicos amarillos la vía.

Copris