La compra del mundo (presentación)

Cuando cierro los ojos siempre veo las mismas imágenes: gente muerta o muriendo. Gente que parece feliz, pero en realidad vive su propia cárcel.

El mundo que el ser humano ha creado es una máquina que ejecuta literalmente el lado oscuro del alma de sus dueños: el miedo. Esa parte oscura de los individuos es la que os ha comprado el mundo. Os ha cambiado el miedo que sentiríais si fuerais coherentes con vuestras vidas, por una libertad reducida e insuficiente. No vivís, simplemente os dejáis llevar como corderos. Vivís en un mundo en el que no sentís miedo, pero tampoco podéis disfrutar por completo vuestra libertad.

El fundamento del trato, que habéis aceptado, descansa sobre tres pilares: convenceros de que os merecéis una vida mejor (sin sufrimiento), la liberación de vuestras almas sobre la sentencia: “la culpa siempre es de otro” y la destrucción de la sociedad convirtiéndola en puro rendimiento.

Me explicaré para que podáis entenderlo sin tanta pompa. Vuestras vidas, como toda existencia, tienen un lado claro y uno oscuro. Ambos lados forman parte del cara y cruz de toda existencia: el mundo es completamente una dualidad. Hay risas en el mundo, acompañadas con atardeceres hermosos, en paraísos naturales. También hay llantos en este planeta, acompañadas con cementerios nucleares, y bombardeos en escuelas y hospitales. La dualidad es la felicidad total pero también la tristeza más cruel.

El miedo ha deshecho la tristeza extrema para vosotros, los capitalistas, deshaciendo a la vez el concepto de felicidad extrema. Vuestra felicidad se basa siempre en objetos y en sentimientos prefabricados, no veis lo que hay detrás de camisetas baratas (niños explotados en países tercermundistas) como tampoco veis lo que hay detrás de celebrar días como san Valentín (compráis el sentimiento de paz que da vuestra celebración de un amor con dinero, ensuciándolo y creando el hábito de seguir haciéndolo).

Habéis cambiado esa bipolaridad del mundo por la estabilidad que da saber que nunca seréis coherentes ni culpables. No seréis juzgados por los demás, porque todos sois así. Todos hacéis lo mismo. Habéis eliminado los extremos de la ecuación. Ya no hay responsabilidad total. Y no es cuestión de edad, hay quien muere con 17 años o con 63, el único síntoma común es la desgana por el mundo. Desgana que es consecuencia de deshacer la coherencia del mundo. Y el mundo se deshace rompiendo sus reglas: no hay

Meursault