03.03.2018 01:47h.

Cambio Necesario

Por Julio García-casarrubios Sainz

Cuando un país, como por ejemplo España, tiene necesidad, y la tiene, de darle a todo la vuelta como a un calcetín, no cabe la menor duda de que es la reforma educativa lo primero que hay que acometer. Cuando tuvimos la gran suerte de pasar de una dictadura a una democracia hubo que cambiar todas las estructuras: la economía, la justicia, las instituciones, el ejército, la sanidad… y la educación. Fue entonces, cuando a partir de los años ochenta se inició el gran cambio hacia la universalización y la obligatoriedad real de la educación.

A algunos se les olvida que fue precisamente en esos años ochenta en los que España experimentó el mayor cambio que jamás había conocido. Pero a partir de ahí, la sociedad, en casi su totalidad entró en un periodo de letargo. No se ha actualizado nada. Y por tanto, hemos llegado a un punto de extrema necesidad de cambiarlo todo. España necesita otra década como la de los ochenta para actualizar lo que durante años ha estado paralizado, estancado. Era tan bueno que no había que tocarlo. Pero los tiempos cambian, y las reglas de juego empiezan a no servir.

Ese es un fenómeno que afecta a todo, a lo social, a lo político y a lo económico. Aquí nos vamos a limitar a los aspectos de la Educación. Desde esta columna hemos venido insistiendo en que la Educación se ha quedado coja porque hemos cambiado un aspecto, quizá el más importante, pero no nos hemos dado cuenta que con esa nueva orientación, había que cambiar todo el modelo; ya no sirve para ese nuevo sistema.

Hemos dicho, decimos y seguiremos diciendo hasta la saciedad, que un sistema en el que se integran obligatoriamente todos los miembros de una sociedad, no puede regirse por los mismos parámetros, por las mismas reglas de juego que siempre han imperado. Que las reglas que se establecieron, y se establecen para los niveles de enseñanza voluntaria; para los niveles en los que solo están los alumnos que han elegido voluntariamente ese camino, bien por interés cultural, o por intereses puestos en el porvenir.

La exigencia, los controles, las calificaciones, las promociones, las motivaciones…, la didáctica en general, no puede ser la misma que la establecida cuando la enseñanza, por unas razones o por otras, estaba, está, reservada a un sector determinado. Mientras no entendamos que la enseñanza obligatoria no puede regirse por los mismos baremos que la voluntaria estaremos dando palos de ciego y no avanzaremos en la tan cacareada reforma educativa. Críticas, y más críticas al estado de nuestra educación, pero cuando hablamos de cambiar el sistema..NO, ¡Que barbaridad! ¡Que siga todo igual! ¡Que no cambie nada!


Julio García-Casarrubios Sainz
Valdepeñas. Ciudad-Real

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