Miserables chapuzas

Emiliano García Page mostraba este viernes su sorpresa porque políticos que primero "alarmaban" sean ahora los que quieran "bajar la guardia".  Detrás de esta observación está escrita la ya larga historia de una impostura. Y de una miserable chapuza. 

Al inicio de esta larga crisis, el gobierno empezó a luchar contra la pandemia y la oposición española empezó a luchar contra el gobierno. PP y Vox buscaban rédito político simulando que defendían a los ciudadanos. Siempre estuvieron en contra de las medidas que adoptaba Pedro Sánchez siguiendo los consejos de los técnicos, de la Organización Mundial de la Salud y las decisiones similares de otros países europeos. 

El gran dilema pivotaba entre la bolsa o la vida, la economía o las infecciones, y, en el peor momento, el gobierno de España decidió, obviamente, evitar más contagios y mas muertes. La oposición puso el grito en el cielo asegurando que se había actuado tarde a la hora de confinar a las personas en sus casas. En ese momento, PP y Vox simulaban apoyar la vida porque el virus atacaba con fuerza y esa situación debilitaba al gobierno. 

La escalada del virus, los contagios y las muertes favorecían la miserable estrategia de culpar al gobierno por no haber encerrado antes a la gente en sus casas. La demagogia triunfaba y de nada servía demostrar que España actuó antes que otros gobiernos europeos en relación con su número de contagios y de muertos. Antes que Italia, Francia y Reino Unido.

Mintieron, lanzaron bulos, culparon de las muertes a los gobiernos socialistas. En Castilla-La Mancha, el líder del PP, Paco Núñez, alababa la gestión del gobierno del PP y de Vox en Madrid, gestión que definió como “un referente para el resto de España por tomar medidas pioneras en la lucha contra la propagación de la epidemia”; al tiempo, Núñez y sus portavozas cargaban, con una dureza impostada pero cruel, contra el gobierno de Page al que llegaban a culpar de los efectos mortales del virus. La estrategia era miserable porque al PP y a Vox no les interesaba que la situación fuera mejorando. En esa misma dinámica perversa, era sencillo arrojarles las cifras y la gestión en la Comunidad de Madrid. Y alegrarse por “lo mal que lo estaba haciendo Ayuso”.

Quemado el cartucho de la mala gestión sanitaria, les queda ahora el cartucho de la mala gestión económica: de nuevo, su mayor victoria serán las peores previsiones para España: más infecciones y más crisis, mejor para PP y Vox.

De pronto al PP y a Vox ya no les interesa el confinamiento, ni evitar contagios, porque ellos han pasado ya a esta segunda fase: no apoyan la ampliación del estado de alarma en el Congreso y quieren que la gente salga cuanto antes a la calle: los mismos que alarmaban por decretar tarde el confinamiento quieren ahora “bajar la guardia” cuando todas las autoridades sanitarias del mundo alertan de que el virus sigue ahí y los sanitarios avisan de que no piensan volver a enfrentarse con una situación como la que vivieron en los hospitales, en marzo y abril. 

Otra vez fue Madrid la pionera. Después de celebrar el cierre y el éxito de un hospital de Ifema levantado por el Gobierno del Estado y los militares, la presidenta Ayuso puso todo su empeño en que la comunidad madrileña debía pasar el lunes 11 a la fase 1, esta vez en defensa de la bolsa, de la economía, aunque aumentaran los contagios. La idea inicial era proponer a Pedro Sánchez una mayor apertura de Madrid y cuando -siguiendo el baremo de los técnicos- Sánchez se negara, poder culparle de haber llegado tarde a la hora de superar la crisis económica.

Pero el viernes llegó la dimisión directora general de Salud Pública de la Comunidad, Yolanda Fuentes, que se había opuesto a la decisión política de Ayuso de solicitar al Estado que Madrid pasara a la Fase 1 ante el temor de los sanitarios a una nueva escalada del virus.

Parece que en una larga historia de imposturas, las miserables chapuzas o los miserables chapuzas van quedando al descubierto: sus intereses políticos no concuerdan con las mejores decisiones para la economía y la salud de España y de los españoles.

elObservadorDCLM