Mejor encerrados que mal gobernados

El actor Kirk Douglas falleció el pasado mes de febrero a los 103 años de edad, coincidiendo con el momento en el que la pandemia comenzaba a repartirse por el globo terráqueo infectando todo lo que pillaba a su paso y cebándose especialmente con los más mayores. Sin embargo hay una serie de hechos que pueden ser considerados "casualidades" por unos y "nexo común con o sin misterio" para otros que gira en torno a los 103 años.

El 11 de marzo Shang Guangfen, una abuela china de Wuhan, era dada de alta en el hospital tras superar el covid-19. La noticia dio la vuelta al mundo por la edad de la paciente: 103 años. Días después, el 19 de ese mismo mes, fue una anciana en Irán la que salía por la puerta del hospital de Semnan con sus 103 años en la mochila. En España fue Nica el 3 de abril, la abuela de 103 años que consiguió el alta del covid-19 en el hospital madrileño de Coslada. 

Tres mujeres centenarias que consiguen vencer al monstruo  mundial abrieron la llave a la cuarta en Bélgica que salió triunfadora a sus 103 años del hospital de Oostduinkerke, en Flandes oriental. Días después Asunción salía del hospital de Guadalajara dispuesta a cumplir sus 106 años y Ada en Italia con sus 104.

Isidra en Garrovillas de Alconétar (Cáceres) lo hizo el 2 de mayo, justo el mismo día en el que conseguía su alta Beatriz, en Cantabria, y dias después lo hacía Natividad en Villabrágima (Valladolid) todas ellas con 103 años. Incluso consiguió salir del hospital de Olot (Gerona) María, la paciente más anciana de alta por el covid-19, que cuenta con 113 años. 

Todas mujeres, todas con más de 100 años es un hecho probado que nos invita a pensar qué ocurrió alrededor de 1917 que permitió a estas mujeres inmunizarse de "alguna manera" contra una pandemia tan monstruosa como la que nos está atacando en estos momentos. 

Es fácil visitar los libros de historia y comprobarlo. La pandemia de Influenza, también llamada Gripe Española de 1918 es la pandemia más grave de la historia reciente. Fue causada por el virus H1N1 con genes de origen aviar. Aunque no hay consenso sobre el origen del virus, lo evidenciado es que se propagó a nivel mundial entre 1918 y 1919.  

Se calcula que alrededor de 500 millones de personas o un tercio de la población mundial se infectó con este virus. La cantidad de muertes estimada fue de al menos 50 millones a nivel mundial. La tasa de mortalidad fue más alta entre los menores de 5 años.

Todas estas valientes mujeres lo vivieron en un tiempo en el que no había vacunas para protegerse,  ni antibióticos para tratar infecciones bacterianas secundarias.  El único control existente en aquel momento eran la actitud personal de aislamiento, cuarentena, buenos hábitos de higiene personal, uso de desinfectantes y limitaciones de reuniones públicas.

Puede que fuera esto lo que les salvó la vida entonces y lo que les haya salvado la vida ahora, mientras se pone de manifiesto la irresponsabilidad de aquellos que sin ningún miramiento ponen en riesgo la vida de sus congéneres saliendo a manifestarse sin tener en consideración las medidas de seguridad establecidas para evitar la propagación del virus, acompañándose de banderas preconstitucionales, palos de golf y ganas de hacer ruido con cacerolas, señales de tráfico o contenedores de basura al ritmo del himno nacional.

No falta quien como Espinosa de los Monteros sigue echando leña al fuego invitando a los ciudadanos a protestar en la calle "respetando la distancia social" cuando sabe, a ciencia cierta, que las multitudes no se pueden controlar de ninguna manera, ni es posible marcar una distancia social. 

El colmo de la insensatez de nuevo lo muestra la presidenta de Madrid, Isabel Díaz Ayuso, cuando afirma que el Gobierno "está aprovechando la mayor crisis que ha vivido la historia reciente para imponer un mando único dictatorial". Personalmente tengo que decir que si el mando único es para preservar mi vida y la de mi familia, bienvenido sea el mando único.

Lo que es imperdonable, es que una presidenta de la Comunidad de Madrid, se dirija al Gobierno para "avisarle" de "esperen que la gente salga a la calle, porque lo de Núñez de Balboa les va a parecer una broma". Inaudito...  Prefiero quedarme con las historias de esas mujeres que superaron la gripe española, la guerra civil, la dictadura posterior y aún hoy tienen que ver en la televisión como “algunos” provocan al virus en la vía pública, para utilizarlo como una “ametralladora” en concentraciones políticas, que no aportan nada para el fin de la pandemia, sino todo lo contrario.  

P. Moratilla