"Algo huele a podrido" en las cacerolas de Ayuso

Mientras Madrid y sus políticos siguen intentando ganar elecciones a costa de la crisis mortal del coronavirus y la batalla del pase a la fase 1, los médicos madrileños piden incansablemente en esta comunidad autónoma, respeto y ayuda. 

"Los médicos os estamos gritando que queremos hacer nuestro trabajo sin interferencias, con directrices claras y realizables, test diagnósticos suficientes, equipos de protección adecuados para no poner en peligro a pacientes y profesionales, y recursos humanos de carne y hueso, no sobre el papel. Necesitamos que los políticos guarden sus espadas y dejen de pensar en cómo posicionarse para cuando esto pase. En cuanto Madrid refuerce la Atención Primaria, pasaremos de fase", según ha manifestado el sindicato sanitario.

A los miméticos les da igual la ubicación geográfica de las reivindicaciones y pretenden hacer un problema nacional, de lo que no deja de ser una simple gestión autonómica. Los sindicatos médicos de Madrid piden 750 médicos más para Atención Primaria "para igualarnos al resto de las CCAA"; enfermeras, personal administrativo y dotación de rastreadores para hacer frente al Covid-19, porque "desgraciadamente tras años de recortes, iniciamos la crisis del Covid-19 con un déficit estructural de 600 médicos de familia y 150 pediatras. Con 5 minutos de dedicación a cada paciente". Así consta en el escrito presentado por los sanitarios.

El problema de la Comunidad de Madrid, no se puede extrapolar a otras comunidades, como es el caso de CLM, aunque haya políticos de tres al cuarto que se empeñen en ello. Castilla-La Mancha ha incorporado 4.500 profesionales sanitarios contratados durante la crisis. El 38% de ellos son enfermeras, el 32% auxiliares y el 14% celadores. 

Hoy Castilla-La Mancha tiene más de 7.300 profesionales sanitarios más de los que dejó Cospedal y 668 camas hospitalarias más que hace cinco años. 

A todo ello se le suman 427 enfermeras investigadoras para la detección, control y requerimiento del covid-19 en la región, así como 51 equipos médicos, 30 itinerantes y 21 de refuerzo para las residencias de mayores. 

Puestos de trabajo, que según nos han contado, se mantendrán "por prudencia" ante la posibilidad de algún repunte de la crisis, pero también para que el personal sanitario, al que se ha aplaudido cada tarde, pueda disfrutar de descansos y vacaciones bien merecidos. 

Castilla-La Mancha ha gastado 152 millones de euros en la lucha contra el covid-19. El 50% en compra de material; el 33% en contrataciones y el 15% en mejora de la tecnología. 

Madrid presume de Ifema, como un logro de Ayuso, cuando en realidad el mérito lo tiene la UME que fue capaz de montarlo en un espacio de tiempo record, por orden del Ministerio de Defensa en colaboración con el Ministerio de Sanidad. ¿Dónde está el mérito de Ayuso, en los calamares que se comió cuando se cerró? ¿En la convocatoria irresponsable y sin distancia social para la celebración? ¿En el menor índice de fallecidos, cuando en realidad Ifema era un hospital de refuerzo donde se llevaron los casos menos graves? 

Ahora la presidenta de Madrid, anima a las caceroladas, provocando un peligro inminente entre los asistentes a las mismas, pero también el peligro para aquellos, que manteniendo la distancia social, se quedan en casa para evitar contagios, porque tal vez, cuando se necesiten los medios para el tratamiento ante un eventual contagio, Madrid vuelva a encontrarse "sin medios" materiales; porque físicos ya vemos que sigue sin tener;  y tengan que volver los ministerios de Defensa y Sanidad a buscar soluciones a la irresponsabilidad de una presidenta.

Mientras tanto la Asociación del Defensor del Paciente, pide a la Fiscalía su intervención por la situación de las residencias de Madrid, con residentes muertos, desnutridos y deshidratados. La Justicia ordenó a la Comunidad de Madrid, que dotase de personal sanitario a las residencias, algo que no ha ocurrido. Pero Ayuso sigue promoviendo caceroladas, para que los madrileños no entren a valorar su propia gestión, porque quien culpa a otros de sus problemas, deja entrever una notable irresponsabilidad en su gestión .

P. Moratilla