Señora marquesa

Lamentablemente esta crisis tan horrible no te ha cambiado en nada, ni a ti ni a muchos de tu partido. Seguís usando como antes ese tono chulesco y prepotente que, siento decirte, en estos momentos sobran.

Sobra tu soberbia, tu antipatía, esa forma tan tuya de despreciar a los demás por sistema. Sobran todas esas palabras sin sentido, y sobre todo sobran las formas.

Porque da igual lo que dices, el gran problema querida mía, es cómo lo dices. 

Desde dónde lo haces, desde las entrañas oscuras de un ser muy enfadado con la vida. Intentando demostrar una brillantez inexistente y recubriendo tu necedad con palabras agresivas.

Nunca te escuché decir nada agradable, pero segura estoy que sonaría del mismo modo… horrible.  

Cada vez señora marquesa que abres la boca temblamos, muchos cerramos los ojos, sin querer oír el conjunto de barbaridades que escupirás en ese tono neutro que intentas poner pero que no te sale. 

Porque estoy segura de que alguna vez, solo en alguna ocasión igual te invade la compasión, el sentido común, la sensatez y tenemos el honor de escuchar tu silencio.

Siento vergüenza, mucha vergüenza. Flaco favor le haces a tu partido, pero como los demás son de la misma cuerda, vivís todos encantados en ese caldo de reproches continuos que ni ayudan ni aportan nada.

Lo peor: tener que escuchar una y otra vez esa cantinela frenética de improperios que solo demuestran tu gran carga interna. 

Lo mejor: que muy probablemente el batacazo electoral será tan grande que con suerte no te tendremos que seguir padeciéndote, oh gran señora.

Querida Cayetana, si me permites un consejo: “calladita estas mas guapa”.

Marta Herrera