Botellones

Los jóvenes llevan en su edad un cierto grado de inconsciencia. Pero en situaciones tan excepcionales como la actual, todos, incluso quienes aún no son capaces de prever las consecuencias de sus actos, deben sentirse responsables. Es verdad que el enemigo es invisible, que parece que se ha marchado pero los expertos no opinan lo mismo, todo lo contrario, ha mutado y sigue al acecho; hay rebrotes y todo lo que hemos avanzado puede situarnos en escenarios que no queremos ni siquiera imaginar. Los jóvenes que hacen botellón o fiestas y no usan mascarillas deben reflexionar o, de otra manera, enfrentarse a la autoridad que va a verse obligada a tomar medidas. De nada sirve el enorme trabajo que han realizado los sanitarios, los gobiernos y el resto de las personas que tratan de seguir todos los consejos, si un grupo de personas expuestas al virus pueden extender de nuevo exponencialmente los contagios como ya está sucediendo en algunos lugares. Deben pensar en ellos mismos, en sus familias y en el resto de los ciudadanos. 

Ni un botellón, ni una fiesta, al menos de momento.

elObservadorDCLM