La cabecera del Tajo no puede crecer económicamente mientras siga abierto el "grifo" del Trasvase Tajo-Segura

La nueva realidad nos lleva a adaptarnos de manera camaleónica a las actuales circunstancias y es evidente que cuando todo esto termine, no volverá a ser lo mismo que era antes del 14 de marzo. 

Los pueblos abandonados, donde hasta ahora se pedía la asistencia a los mismos, se están viendo desbordados en este verano 2020, cuando las costumbres y los usos habituales han sido modificados. Este año nos hemos sorprendido con la escasa afluencia de bañistas en las playas de Benidorm, pero poco hemos pensado sobre ¿dónde han ido esos bañistas? 

La inmensa mayoría de ellos han preferido hacer "turismo familiar" y visitar a los parientes que residen en los pueblos de alta montaña o de  los llanos de la mancha con escasos contagios de covid-19 y una vida tranquila. Por esta razón, los silenciosos y ancianos pueblos de nuestra geografía, conquense o alcarreña, se ven en este verano envueltos en las risas de los juegos de los niños y en las salidas a las escasas terrazas de que disponen a la hora de tomar el fresco, aunque a veces es suficiente con sacar la silla a la puerta de la casa, algo impensable en las grandes ciudades pero  que este verano nos permite ese respiro y esa calma difícil de conseguir en cualquier otro lugar. 

Estos lugares se han visto en algunos casos invadidos por los eternos urbanitas que hasta este verano 2020 apenas habían reparado en ellos. Los servicios de limpieza tienen que multiplicar esfuerzos, sin presupuesto previo que se otorga en función al número de habitantes empadronados. El alumbrado público, la recogida de residuos, la limpieza viaria, el alcantarillado disparan su consumo en los pequeños municipios estos días. 

Los empresarios ven subir su recaudación a última hora de la tarde, y también suben los usuarios a los centros de salud que lleva aparejada la obtención de la cartilla médica de "desplazados". Todo ello es considerado un gasto público extraordinario que tiene su lado positivo en las pequeñas ganancias de las  empresas de estos lugares. 

Es indudable que los Ayuntamientos están haciendo un mayor esfuerzo para que todo siga funcionando con normalidad aun aplicando este sobrecosto a sus servicios. El problema, como cada verano, este año acentuado, es el del agua. 

Viene siendo habitual la distribución de agua en camiones cisternas en al menos una veintena de municipios de la Alcarria y también de la Serranía, pero este año el número de camiones cisternas tendrá que aumentar considerablemente porque el número de vecinos que requieren el suministro se ha cuadruplicado en algunos casos,  algo muy doloroso si tenemos en cuenta que se encuentran situados a escasos metros de los embalses de cabecera del Tajo, mientras las macro-explotaciones agrícolas murcianas siguen pidiendo agua para regar sus campos. ¿Hasta cuándo tendrá que aguantar Castilla-La Mancha?

Tal vez algún día se le permita a Cuenca y a Guadalajara disfrutar de su patrimonio natural, para potenciar la economía de la zona y frenar así la despoblación. Murcia defiende "su" agua amparándose en la despoblación de esta zona, pero ¿ahora qué? 

P. Moratilla