Sin turistas, no hay trabajo

No se puede compensar el flujo de 83 millones de visitantes del 2019 con el turismo interior. Es algo que los que trabajamos en el sector sabíamos desde el inicio del confinamiento. 

La ruina era segura, porque gente de todo el mundo visitaba España. Empresas de todo el mundo celebraban aquí sus congresos, sus eventos, sus viajes de incentivos.

No solo los británicos y alemanes visitaban las islas. O los jubilados europeos viajaban a Benidorm. No solo éramos la playa de Europa. Miles de personas recorrían Europa en circuitos donde España estaba incluida. Empresas internacionales celebraban aquí sus congresos anuales.

Congresos, eventos, incentivos, turismo vacacional y un trasiego de gente de todas partes del mundo llenaba nuestras arcas y de ello viviríamos miles de autónomos.

Turista llega a España. Agencia que le vende el paquete, compañía aérea que les traslada. Persona que les recoge, empresa de coche o autobús que les lleva al hotel. Alojamiento, restaurantes, guías que los acompañan o muestran la ciudad o ciudades. Actividades varias en su estancia (compras, museos, visita a otras ciudades, espectáculos, teatros). Taxis, coches de alquiler.

Y todo lo que a alguien que llega a España se le pueda ocurrir hacer.

Millones de personas recorriendo y disfrutando de nuestro país porque la oferta era buena, barata e inmejorable. 

Nos hemos quedado en casa, sin actividad y sin expectativas de poder volver a comenzar. Fronteras cerradas con la mayoría de los países. 

Y con los países de Europa, vetados en muchos de ellos con cuarentenas disuasorias a la hora de viajar, el flujo de pasajeros es mínimo.

Somos los grandes olvidados de esta terrible pandemia. 

Porque señores el turismo español no solo se centra en los británicos y alemanes que acuden a las islas. Esta es solo un parte de la cantidad de servicios que empresas españolas ofrecemos a viajeros de todo el mundo que elegían nuestro país para su descanso o su actividad empresarial.

Lo del turismo interior era una quimera, no era real. El sector hizo aguas y se paralizó. Este año no trabajaremos todo se aplazó para el 2021, pero no sabemos con seguridad que ocurrirá y cuando podremos retomar la actividad.

Muchos no sobrevivirán al parón, otros desaparecerán sin mas y, ante el desconcierto y la hecatombe, vemos como la gente sale de fiesta o botellón como si nada hubiera pasado.

Apelamos a la responsabilidad de los demás y a la buena gestión de la crisis. De eso depende que podamos comer.  Y viendo el comportamiento ajeno no se yo si empezaremos en el 2022.

España ha sido una buena oferta, en mi opinión una de las mejores del mundo, porque sí señores: España es diferente. Ahora solo hace falta que los españoles en estos momentos lo demostremos.

Marta Herrera