Vivir sin conciencia

El coronavirus ha traído muchas cosas a nuestras vidas. Lo mas relevante ha sido la enfermedad y la muerte, aunque el estoque a la economía ha sido brutal.

Pero el virus ha destapado también quiénes somos de verdad. Y lo digo con una profunda tristeza porque lo que se ve en la calle dista mucho de aquellos momentos de aplausos, todos juntos frente al virus.

Eso era mentira, detrás de las buenas maneras que usábamos antaño y el comportamiento socialmente aceptado, el miedo y la situación nos ha llevado a sacar lo peor de cada uno, eso que nos negamos a reconocer y que el bicho nos pone delante queramos o no.

La crispación esta en el pueblo y ya no hay vuelta atrás. Políticos poniéndose verdes los unos a los otros, hablando de cosas que de verdad no nos importan y gente sin recursos y sin trabajo, preocupados que hacer y como sobrevivir en este envite.

En mi edificio 5 positivos, les convocan en el centro de salud a hacerse los PCR, y un vecino que los ve, en vez de preguntar que tal están, llama a la policía para denunciarlos. 

Señalando y acusando como si en el mismo Congreso nos encontráramos. Luego, nos sorprende cuando nuestros representantes se tiran los trastos a la cabeza. Pero en tu pequeño mundo, lo reconozcas o no, todos hacemos lo mismo.

Solo nos falta salir a hostias en el momento que no nos cuadre lo que el de en frente diga o haga. Se desató la fiera que llevamos dentro. El virus no solo ataca al cuerpo, sino que la mente colectiva esta gravemente afectada. Salió a flote toda la violencia, la rabia, el miedo y ese coctel molotov esta en el ambiente, se puede hasta respirar.

Es buen momento para reflexionar qué estamos haciendo, como nos relacionamos con los demás y como queremos vivir, si a puñetazo limpio o en paz, como vemos en las noticias, o desde otro sitio. 

Para que esto no se convierta en un sálvase quien pueda, que como la cosa no cambie, está bien cerca.

Marta Herrera