París era una fiesta

“Cuando llegaba la primavera, incluso si era una primavera falsa, la única cuestión era encontrar el lugar donde uno pudiera ser más feliz. Si estábamos solos, ningún día podía estropeársenos, y bastaba esquivar toda cita para que cada día se abriera sin límites. Sólo la gente ponía límites a la felicidad, salvo las poquísimas personas que eran tan buenas como la misma primavera”, Ernest Hemingway.

“París era una fiesta” es el título de la biografía póstuma de Ernest Hemingway. Lo recordé cuando se impusieron los últimos confinamientos, sobre todo el de Madrid. Unos amigos que viven en la capital de España me comentaron que, al no poder salir a otras residencias los fines de semana, los madrileños se habían lanzado a los restaurantes y a las terrazas y que Madrid parecía una fiesta. Muchas veces es imposible conseguir una mesa -me comentaban- porque todas están llenas de personas que comen y hablan sin mascarillas, muy cerca unas de otras. 

No era solo Madrid. También ciudades como Toledo parecía que el fin de semana estaban en fiestas con gente por todas partes, sobre todo en las terrazas.

Puede que, como decía Hemingway se trate de una primavera falsa o que la única cuestión sea encontrar un lugar donde uno tenga la sensación de ser más feliz. Buena noticia también sin duda para los pobres propietarios de bares y restaurantes que lo están pasando muy mal.

Lo cierto es que las autoridades sanitarias y políticas han repetido que lo mejor es que nos quedemos en casa durante un tiempo. Y no hacemos nada de caso. Nada. Desde el viernes se han producido  37.889 nuevos constagios y 217 muertes en España.

Si no paramos nosotros, si no paran los contagios, la parada obligatoria será luego más larga y dura. Cuando los ciudadanos no somos sensatos deben llegar las imposiciones porque, en realidad, somos nosotros quienes en este caso estamos poniendo límites a nuestra felicidad.

elObservadorDCLM