LIBERALISMO SUBVENCIONADO

Soy un firme detractor de la enseñanza concertada. Me parece un abuso del dinero público perpetrado por la Iglesia católica (no en todos los casos) para regocijo de las clases medias-altas y los que aspiran a ese estatus, para hacer una segregación de nivel económico y por ende ideológico de los compañeros y compañeras con los que van sus hijos e hijas al colegio. Bajo el paraguas de la llamada libertad de elección de los padres, lo que realmente existe es el interés de mantener un estatus social elitista en el entorno educativo a bajo coste. Digo entorno y no digo educación porque realmente a estos padres y madres les preocupa relativamente la calidad de la enseñanza. Relacionarse bien y adquirir habilidades sociales en un marco social determinado es tan importante como adquirir conocimientos teóricos. Y digo a bajo coste porque el truco está en eso, que los grandes costes de la enseñanza sean subvencionados por el Estado, pero otros costes más pequeños y constantes, como los de actividades extraescolares, desincentiven a las familias con ingresos más modestos, hasta excluirlas en la práctica de estos colegios. 

Por supuesto este problema no es de la clase social alta de este pais que pagan por la educación de sus hijos lo que haga falta garantizándose estos si, exclusividad, elitismo y calidad, sin tener que rendir cuentas a nadie, estos si son liberales consecuentes y no ese que tanto predomina entre las clases conservadoras de este país, el liberal a la caza del dinero público y las subvenciones. 

Es normal que la derecha se resista a ceder nada en este gran logro que arrancaron al primer socialismo gobernante.  que en su pretensión de universalizar la gratuidad en la enseñanza cometió este grave error de cálculo, dejando una baza crítica a sus adversarios ideológicos, el adoctrinamiento subvencionado de sus cachorros.  Comprenderán que, sin entrar en mayores detalles, a mi la Ley Celaá en este aspecto me parezca mojigata y temerosa y al final, el pollo que van a montar va a ser el mismo.

Gabriel Gomar