LOS TOROS, UNA FIESTA TRANSVERSAL

De un tiempo a esta parte los señores de la derechona cavernícola española se vienen apropiando de todo lo que les viene en gana, sin reparar en que la razón no les asiste en ningún caso. Se han quedado con la Patria, con la Bandera y con los Toros, entre otras muchas cosas. Y yo, como buen aficionado, estoy que trino. Si no pensamos como ellos somos unos rojos vandálicos que queremos destrozar España, si no llevamos la bandera como pulserita no se juntan con nosotros. En fin, cuantas cosas nos quedan por ver en esta España nuestra…

La Fiesta de los Toros, que es lo que ahora nos ocupa, nació en Tesalia, pero lo cierto es que se asentó en España, que fue donde arraigó y donde se ha mantenido hasta la fecha. Hay que decir que también goza de gran predicamento en Francia y algunos países de Sudamérica. Son, entonces, las corridas de toros, una afición compartida por casi todos los españoles por encina de las clases sociales. Están en la entraña del pueblo. Dicen los antiguos cronistas, que los más humildes ganapanes ahorraban para no perderse las corridas de su ciudad y encopetados aristócratas se disputaban la amistad de toreros analfabetos y los invitaban a sus fincas y salones. Cualquier político que aspire a ser popular debía ser aficionado a los toros y procurarse la amistad de alguna figura.

En la primera mitad del pasado siglo, el debate no estaba en el Parlamento sino en los cosos taurinos en donde estaba representada toda la sociedad española y, en tardes de sol y moscas, se dilucidaba a quien correspondía el trono de la tauromaquia. Lagartijo, Frascuelo, Joselito, Belmonte, Manolete, Arruza, Aparicio, litri, Luis Miguel…, todos ellos lo han disfrutado cuando el pueblo soberano que acudía a los cosos lo decretaba con su sabio mandato. Ser figura del toreo ha sido siempre el vehículo más rápido de ascensión social para unos muchachos siempre de origen humilde.

Algunos llegan a la fama y a la opulencia, aunque la mayoría se van quedando por el camino. Son innumerables los toreros sin nombre que acaban viviendo de la beneficencia. Es la profesión de torero muy dura. Pero tanto a los que hicieron cumbre como los que se quedaron en el camino, formaron parte de esta fiesta nuestra tan transversal, que siempre ha sido acompañada por los auténticos señores de la cultura al más alto nivel. Pintores con Goya, escritores como el premio Nobel Hemingway, poetas universales como Federico García Lorca, Miguel Hernández o Rafael Alberti han cantado a nuestra fiesta dotándola de un valor imperecedero. Solo he nombrado a la flor y nata de la intelectualidad, la lista completa sería interminable. Creo que muy pocos, por no decir ninguno de ellos, pertenecía a esta derechona cavernícola de nuestros días. En tardes de corrida solo es necesario pasear la vista por los tendidos de la plaza para concluir que allí está representada la inmensa mayoría del pueblo español.

Señores del PP, de Vox y adláteres, un poco de cordura, si ello es posible, claro. Los Toros no son suyos, son de todos, la Patria no es suya, la bandera tampoco. Todo ello es el patrimonio de los españoles que, de momento, son mayoritariamente de izquierdas. Que hay toreros de derechas. Pues sí. Pero eso ya es otro cantar.

Ángel Alcalde