"No vienen los rojos, es que no se van los franquistas"

Ha sido 2020 en España un año horrible para la salud, pésimo para la economía y, sin duda, el peor año de nuestra democracia para la política, el menos ejemplar, el más sucio. En medio de la peor crisis sanitaria en cien años, los partidos de la oposición, principalmente PP y Vox pero también Ciudadanos, se han dedicado con todas sus fuerzas y su altavoz en sus medios a tratar de derribar al gobierno elegido democráticamente. No han dejado títere con cabeza, los muertos por el virus, las decisiones de Sanidad, la Ley de Educación, la monarquía, ETA,  y un sinfín de falsedades con las que han machacado cada minuto a un gobierno al que no han dejado respirar y, por extensión, a todos los españoles, incluidos a sus votantes. Las sesiones en el Congreso de los Diputados son el mejor ejemplo de esta política espuria que se desvía de la realidad y de las necesidades reales de los ciudadanos para convertirse en el peor espectáculo de masturbaciones dialécticas, muy lejos de los acuerdos, la colaboración y la suma de esfuerzos contra la crisis.

Ha publicado Javier Gallego un excelente resumen de las falsedades de la derecha en eldiario.es, en un artículo titulado: “La dictadura socialcomunistarra”. El extracto de ese artículo nos muestra un panorama degradante de falsedad permanente.

A lo largo de texto, el periodista desgrana algunas mentiras de la oposición: han dicho que vivimos en una dictadura comunista, que existe censura y no hay libertad, que el gobierno amordaza la libertad de expresión, que los medios públicos están intervenidos, que el ejecutivo tiene secuestrado al Poder Judicial, que está convirtiendo España en Venezuela, que el Gobierno quiere acabar con la Monarquía, con la libertad de educación, que estamos en manos de ETA y de los golpistas separatistas…

Ninguna de estas afirmaciones resiste un mínimo análisis. En una dictadura, la oposición no gobierna como lo hace en comunidades y ayuntamientos. Si existe censura, la oposición no puede llamar criminal o dictador al presidente y al Gobierno; en una dictadura con censura, unos militares franquistas vinculados a esos partidos no pueden firmar un manifiesto y hablar de fusilar a 26 millones de rojos y separatistas hijos de puta; el partido que creó la Ley Mordaza no puede hablar de mordaza; no es legítimo un gobierno elegido en las urnas pero es legítimo amagar con golpes de Estado.  El Gobierno ataca la libertad de enseñanza porque potencia la escuela pública de todos, frente a las subvenciones a la privada católica. La oposición sale a diario en la televisión pública denunciando su intervención; se está convirtiendo a España en Venezuela pero el líder la oposición venezolana vive en España. El Gobierno quiere acabar con la Monarquía pero le sube la asignación; la Corona está amenazada por los bolcheviques, no porque el rey emérito y su familia usen tarjetas opacas y evadan impuestos. El rey emérito se ha ido de España por culpa de los rojos y no por sus negocios. Estamos en manos de ETA pero ETA ya no existe… Nadie está maltratando más a la justicia que el PP, que la bloquea y controla para salvarse en sus múltiples causas… Nadie destruye más a la patria que los salvapatrias que buscan el enfrentamiento el caos ara sacar tajada.

“No es que no lo entienda - añade Gallego- lo entiendo perfectamente. No vienen los rojos, es que no se van los franquistas… No estamos en un régimen comunista, es que la derecha y la ultraderecha, que ya no hay quien las distinga, no aceptan la derrota en las urnas y les cuesta aceptar la democracia misma, por eso crean un clima de crispación irrespirable para intentar que el Gobierno caiga. No hay una degradación democrática, al contrario, tenemos la mayor pluralidad parlamentaria de nuestra Historia y la prensa goza de libertad plena y de hecho, es de mayoría conservadora”. 

Esta es parte de la sucia tarea de la oposición en el año más terrible para España en el último siglo. Casado acusa ahora a Sánchez de “parapetarse” detrás de las Comunidades y le pide un mando único, algo por lo que fue crucificado por la oposición durante la primera ola de la pandemia. En vez de tanta mentira y prepotencia, el PP de Pablo Casado debería cada día pedir perdón por sus más de veinte años de corrupción y dinero negro que aún se juzgan en numerosas piezas, entre ellas el caso Kitchen que también vincula a Cospedal y a su esposo, López del Hierro.

La maldad ha sustituido a la solidaridad y a la suma de esfuerzos. El único objetivo es conquistar el poder y ya se ha demostrado que para eso vale todo.

elObservadorDCLM