El Partido Popular es un negocio

A no ser que finalemente consigan callarle y para comprender lo que vamos a vivir a partir de este lunes con el juicio de Bárcenas, hay que partir de la conclusión final: el Partido Popular ha sido durante muchos años un negocio del que se lucraban no solo algunos de los que permanecían en su cúpula en cada momento sino los copartícipes que aportaban dinero negro a la formación para recibir luego sustanciosos contratos públicos. El dinero entraba en maletines en Génova, se repartía en sobres y en paraísos fiscales y a cambio se recompensaba a los “benefactores” con dinero público a través de concesiones. Todos salían ganando. La trama da a entender también que el partido político era una excusa para mantener una situación de privilegio en la que permitirse practicar estos negocios delictivos y muy lucrativos. 

En este caso, el juicio se centra en las obras de la sede del PP de la calle Génova de Madrid, otro negocio similar. En su declaración por escrito al fiscal, Bárcenas ha asegurado que por aquellos años (en 2008, año que empezó nuestra crisis) su caja fuerte estaba repleta de dinero B, el de las donaciones o el de las inversiones, un millón de euros. De ese dinero apartaron 900.000 euros para el pago en B de parte de la ejecución de las obras a cambio de un descuento del 10%. Estos pagos tampoco se declararon a Hacienda.

Herederos de una España en la que unos sectores estaban acostumbrados a realizar estas prácticas con absoluta normalidad e impunidad, el PP ha sido en veinte años un negocio y ahora, que se supone que los tiempos y las normas han cambiado, deberían pedir perdón por su permanente y demostrada corrupción que intentaron tapar con otra trama, la Kitchen, montada para intentar borrar el rastro de todas las pruebas con el uso de cierta policía y el ministerio del Interior de Rajoy. De eso Cospedal también deber saber bastante ya que, según Bárcenas, su chofer-espía, Sergio Ríos, fue captado por Andrés Gómez Gordo, entonces responsable de Seguridad de la presidenta de la Junta de Castilla-La Mancha. Según ha publicado "El Español", Ríos pasó de ser "portero de un prostíbulo a policía nacional" gracias a Villarejo y como premio a sus trabajos para eliminar pruebas contra el PP en manos de Bárcenas.

Ahora, el PP se ve obligado a demostrar que ha cambiado y que ha detenido una inercia, una costumbre, una manera de ser desde su fundación. Casado y Paco Núñez parecen tratarnos como idiotas cuando dicen que toda esta trama es fruto del delirio de un preso como Bárcenas. Todos los españoles sabemos que lo que dice su rico y preso exgerente es verdad. En sus últimas declaraciones, Bárcenas ha asegurado que ha negociado con dos personas "muy vinculadas" al PP actualmente "enterrar el 'hacha de guerra'" pero "no han cumplido".

Para mantener a un partido de gobierno como este, que en realidad es una sociedad lucrativa, hace falta también un entramado compuesto por medios de comunicación y un amplio grupo de tertulianos que intentarán confundir a la opinión pública y poner el foco en sus permanentes acusaciones contra otros, contra su oposición que ahora mismo es el gobierno, un quítate tu para ponerme yo, para volver al poder a toda costa y reanudar así el negocio. Algunos de quienes les apoyan demuestran también sus intenciones.

En un entramado delictivo de estas caraterísticas, es lógico pensar que el Partido Popular pretenda obtener apoyo desde el poder judicial. Aun con todas sus prevenciones y manipulaciones, la corrupción se ha filtrado en los medios, ha sido juzgada, el PP perdió el gobierno por una moción de censura y algunos de sus responsables durante los ejecutivos de Aznar y Rajoy, como el propio Bárcenas, ya están en prisión. Para que la Justicia española recupere su absoluta dignidad y credibilidad ante la opinión pública, algo vital en un Estado de Derecho, no debería poner trabas sino facilitar el mandato constitucional que obliga a la renovación del Consejo General del Poder Judicial, algo a lo que se niega el PP de Casado aduciendo las excusas más peregrinas y que nada tienen que ver con la obligación que llevan incumpliendo más de dos años y que representa una prueba más de que el actual partido es el mismo que se ha convertido en un negocio durante más de 20 años.

Y como no podía ser de otra manera, el PP está tratando la pandemia como una empresa, tratando de obtener el máximo beneficio en todos los sentidos, el político, el económico y el sanitario.

elObservadorDCLM