Mónico Sánchez "El rayo indomable"

Los Rayos X fueron un importante descubrimiento a finales del siglo XIX. Supusieron un gran avance en el mundo de la medicina, gracias al alemán Corad Röntgen que obtuvo el Nobel de Física.

En los hospitales donde se libra estos meses una dura batalla contra el virus, después de intubar es preciso tomar imágenes de rayos X para comprobar que han colocado bien el tubo. Como no debe moverse al paciente, la radiografía se hace con un aparato de rayos X portátil que se ha convertido en una herramienta muy valiosa e imprescindible.

EL MENOR DE CUATRO HERMANOS

El inventor del maletín de rayos X portátil fue el manchego Mónico Sánchez (1880-1961). Nació en Piedrabuena, el menor de cuatro hermanos. Sus padres eran una lavandera y un tejero, que fabricaba tejas y ladrillos. Su madre iba a lavar la ropa en el Bullaque, en la Tabla de la Yedra, una zona recreativa que los piedrabueneros utilizan hoy para bañarse.

Uno de los méritos de Mónico es que cuando era niño, un 75 por ciento de sus compañeros eran analfabetos. Pero Mónico llegó a codearse con Thomas Edison y Tesla, en Estados Unidos.

"EL RAYO INDOMABLE"

Mónico es hoy mucho más conocido por dos coincidencias. Dos antiguos compañeros de instituto en Puertollano, el periodista Manuel Valero de Ciudad Real y el nieto del inventor, el ingeniero de minas, Eduardo Estébanez, han escrito una biografía novelada, “El rayo indomable”. El otro motivo por el que Mónico Sánchez aparece estos días en varios medios de comunicación es por su invento, absolutamente vital durante estos fatídicos días en los hospitales.

VIO LA ESTATUA DE LA LIBERTAD A LOS 24 AÑOS

Mónico estudió en la escuela pública de Piedrabuena y luego se fue a San Clemente (Cuenca) y a Madrid a estudiar ingeniería eléctrica. Por entonces, la capital de España estrenaba el alumbrado eléctrico y la ciudad empezada a estar atravesada por tranvías eléctricos que sustituían a los tirados por animales. El manchego se encontró con una Escuela de Industriales cerrada y se apuntó a un curso de electrotecnia impartido desde Londres. En aquella época, no existían los estudios online ni las actuales facilidades para realizar cursos a distancia. Además, Mónico no hablaba inglés. Pero se las ingenió de tal manera, con tanta inteligencia, que el director del curso Joseph Wetzler se puso en contacto con él y le recomendó para una plaza en Nueva York. Vio Mónico la estatua de la libertad a los 24 años. Se matriculó en el Instituto de Ingenieros Electricistas y en otros cursos en la Universidad de Columbia.

EL MALETÍN DE RAYOS X

Los equipos de Rayos X eran muy pesados, unos 400 kilos. Mónico había trabajado ya como ingeniero en una empresa estadounidense dedicada a la aplicación de la electricidad en los hospitales. Fue allí, en la Collins Wireless Telephone Company donde el manchego inventó el maletín de rayos X, mucho más ligero con un peso de unos 10 kilos. Otra empresa, la Collins Wireles Telephone Company, contrató a Mónico como ingeniero jefe y le ofreció medio millón de dólares por el maletín. Por eso su inventó se llamó “The Collins Sánchez Portable Apparatus” y empezó a ser vendido a hospitales de otros lugares del mundo.

Su invento había revolucionado la medicina debido a su fácil transporte y sus diversas aplicaciones. Fue utilizado en los hospitales de la Guerra Civil española en el la Primera Guerra Mundial.

VUELTA A PIEDRABUENA

Millonario, con 32 años, Mónico Sánchez volvió a España. En su pueblo natal construyó el “Laboratorio Eléctrico Sánchez”, en 1913. Gracias a él, la electricidad llegó a las casas de Piedrabuena donde también montó un cine, hoy cerrado.

Murió a los 81 años. Su vida fue brillante pero poco agraciada: tres de sus hijas murieron de sarampión, otro hijo falleció de tuberculosis y otra hija más falleció en un quirófano. Mónico vio morir a cuatro de sus cinco hijos.

Gracias a Mónico, los hospitales pueden estos meses comprobar si los internistas han intubado bien a los pacientes de Covid. Antes, sus maletines se convirtieron en una herramienta esencial para los médicos rurales.

Según cuenta "El Español", las muertes de sus hijos y la guerra civil truncaron los “proyectos visionarios de Mónico de convertir Piedrabuena en el Silicón Vallley de la electromedicina en España".

Brenda Ortega Velasco