Los surferos y las olas

No somos surferos que saltamos las olas con nuestra tabla y luego nos broncemos al sol. No hace falta ser un juez del país vasco ni la doctora Ana Pastor para darse cuenta de que ya hemos pasado tres olas que han causado en todo el mundo más de dos millones trescientos mil muertos mientras en España ya hemos superado los sesenta y cuatro mil y en Castilla-La Mancha los cinco mil cuatrocientos. No hace falta ser un especialista para recordar que el quince de marzo del año pasado empezó el confinamiento y se detuvieron sensiblemente los contagios. Llegó el verano, volvimos a juntarnos y vino implacable la segunda ola que se detuvo a las puertas de la navidades. Nos reunimos de nuevo y llegó la tercera ola. Ahora están bajando otra vez los contagios y los fallecidos. Llegará la Semana Santa y los carnavales. Y volvemos a olvidarnos de que el mar está lleno de olas con tiburones.

La esperanza es la vacuna y también que todos nos demos cuenta de la secuencia, que los ciudadanos no nos contagiemos del enfrentamiento político y nos decidamos a cuidarnos. Australia impuso cuatro meses de confinamiento y veíamos con mucho gusto y sana envidia a los espectadores sin mascarilla en el torneo de tenis. Desgraciademente, han llegado los contagios y los tenistas volverán a estar solos sobre la pista, sin público.

La autoridad sigue navegando entre la bolsa y la vida, ese ha sido el dilema. Ya tenemos claro que detener al virus es lo primero y que los sectores económicos más afectados, como la hostelería, van a luchar por lo suyo. Están en su derecho pero los muertos no pueden manifestarse.

elObservadorDCLM