LOS DERECHOS QUE NO SE EJERCEN SE PIERDEN ¡DEFENDAMOS NUESTROS DERECHOS!

Y entonces dejé caer mi pasado
por el abismo del olvido,
colgué mis fracasos como las más hermosas medallas,
utilicé mis cicatrices como manual para hacerme fuerte,
me desprendí de rencores y desilusiones,
me vestí de esperanza
y al fin pude ser libre.

Kelbin Torres


Un año más volvemos a reunirnos en torno a este 8 de marzo para celebrar y reivindicar la lucha de las mujeres. No es un año cualquiera, la pandemia ha hecho estragos y nos encierra en nuestras casas impidiéndonos salir a la calle para ser escuchadas y hacernos visibles. Aunque eso no es obstáculo para que podamos llevarlo a cabo de otro modo. Pero la pandemia no solo nos impide la calidez de la reunión, el abrazo, la cercanía, también nos ha afectado mucho en otros aspectos y ha empeorado de algún modo las circunstancias que viven las mujeres día a día.

El terrible drama de la violencia de género se ha visto agudizado por la situación de encierro. Ha aumentado claramente la violencia que se ejerce contra las mujeres dentro de sus hogares, y han contado con menos recursos para buscar protección y ayuda. También hemos visto mermados los empleos de muchas de ellas que se han precarizado de nuevo. La crisis asociada a la actual pandemia ha puesto de manifiesto las desigualdades estructurales de todos los ámbitos, especialmente las vinculadas al género. Se nos ha relegado aún más al cuidado de los hijos, que han sido recluidos en casa, y de los mayores, que en estos tiempos se han visto seriamente perjudicados. Estos empleos sin remuneración son reconocidos desde hace tiempo como impulsores de desigualdades. También millones de mujeres y de niñas en todo el mundo, según estima la ONU unos 47 millones, caerán por debajo del umbral de la pobreza como resultado de la pandemia, lo que ampliará aún más la brecha entre hombres y mujeres. Y aquellas que se encuentran en esa situación de extrema pobreza, migrantes y/o refugiadas, son los grupos vulnerables que más sufren las repercusiones de la misma. Todo ello también daña seriamente su salud.

Pero, poniendo una pincelada de optimismo en medio de este caos, hay que destacar la lucha de muchas mujeres que han resultado imprescindibles en esta crisis sanitaria y económica: doctoras, enfermeras, personal sanitario en general y de trabajos esenciales que se han puesto al frente con valentía para ayudar a la sociedad, dar la cara y amedrantar al virus, incluso arriesgando su propia vida.

Hay que seguir reivindicando nuestros derechos y hay que continuar ejerciéndolos, porque como dice nuestra compañera Carmen Fernández, “los derechos que no se ejercen se pierden”. A lo largo de la historia las mujeres nos hemos revelado y hemos alzado la voz para proteger y exigir lo que era nuestro, lo que por derecho nos correspondía y conquistar aquellas parcelas que nos eran negadas por la imposición y dominación del patriarcado. Muchas de las que nos han precedido nos han hecho llegar hasta aquí. Su perseverancia ha estado presente a lo largo de la historia, porque nadie puede poner puertas al campo ni puede sujetar la corriente desbordada a través de diques injustos.

Defendemos y reclamamos nuestros derechos, no solo como mujeres, sino sobre todo y por encima de todo, como seres humanos que somos. Aún hay mucho por hacer, hay que seguir avanzando hasta conseguir la igualdad real. Sin embargo, a veces comprobamos que hay una parte de la gente joven que ha normalizado lo conseguido y consideran que la lucha es cosa del pasado. Pensar eso sería caer en un error. Cada día se nos presentan nuevos enemigos —o los mismos, con un disfraz diferente— y aprovechan cualquier resquicio para seguir mermando nuestros derechos y volver hacia atrás.

Desde hace muchos años el movimiento asociativo, al que nosotras pertenecemos, ha sido clave en esta lucha, como nexo de unión entre grupos de mujeres con inquietudes y con ganas de conquistar parcelas de igualdad. La unión hace la fuerza. Tenemos que seguir abogando por el movimiento asociativo y promoviéndolo. En él todas somos eslabones de una misma cadena que nos da la fuerza necesaria.

Hemos conseguido grandes logros, eso es indiscutible. Leyes importantes que reconocen nuestros derechos, pero hay que dotarlas para que sean efectivas y seguir mejorándolas. Y por ello nos alegramos, nos felicitamos y lo celebramos. Cada una de nosotras, llevamos tatuadas en el alma infinidad de cicatrices, pero nos sentimos orgullosas de ellas, pues nos han hecho más fuertes y más conscientes. Fruto de todo ello hoy nos congratulamos por ejemplo de que un premio como el Nadal de novela tenga como flamante ganadora en este 2021 a Najat el Hachmi, una activista musulmana con una lucha impresionante detrás. Eso antes hubiera sido impensable. Por lo tanto, hay que aplaudir por ello y seguir trabajando para continuar logrando  hitos como este.

Cambiemos el rumbo de lo establecido, mejoremos la sociedad, nosotras movemos el mundo. Rompamos con algunos dichos que aseguran que detrás de un gran hombre hay una gran mujer, y que siendo paternalistas parecen hacernos un favor. Modifiquemos el sentido de la frase y digamos muy alto en este 8 M que:

¡DETRÁS DE UNA GRAN MUJER HAY OTRA GRAN MUJER, ELLA MISMA!

Asociación de Mujeres María de Padilla

Toledo, 8 de marzo 2021