IDA Y MAR EN LA CORTE DE LOS MILAGROS

“Los héroes clásicos reflejados en los espejos cóncavos dan el Esperpento. El sentido trágico de la vida española sólo puede darse con una estética sistemáticamente deformada”. Ramon María de Valle Inclán.

La Reina Isabel II y la monja Sor Patrocinio fueron protagonistas activas de la España del esperpento, esa sociedad que retrató Valle Inclán en el Ruedo Ibérico. Es esa España que no muere, esa Corte de los Milagros que resucita cada dos generaciones para recordarnos que no tiene memoria porque desconoce su propia historia, que el absurdo existe y que el mito del eterno retorno es una realidad incontestable. 

Pues sí, en Madrid, en el callejón de Gato, muy cerca de la Puerta del Sol, había antaño unos espejos que convertían a los personajes que en él se miraban en seres cóncavos o convexos, en verdaderos adefesios de sí mismos. 

Pero esa España cañí, de charangas y panderetas, que tan bien retrató Antonio Machado, sigue existiendo. Y ahí tenemos a IDA, cual Isabel III, y a MAR, la nueva, barbada, ebria y mal encarada Sor Patrocinio, reinventado España, al estilo del simplismo discursivo y tonto de Sarah Palin, porque “Madrid es de todos. Madrid es España dentro de España. ¿Qué es Madrid si no es España? No es de nadie porque es de todos. Todo el mundo utiliza Madrid, todo el mundo pasa por aquí. Tratar a Madrid como al resto de comunidades es muy injusto a mi juicio”. Es redefinir el centralismo propio del absoluto Rey Felón, el papá de la otra ISABEL, la Segunda. Ese centralismo que nos ha hecho creer que España solo existe porque existe Madrid, como si los demás españoles solo fuésemos fruto de un nuevo sueño de verano de Javier de Burgos en pleno Siglo XXI. Y es que la derecha española, ”y muy española”, se empeñase en entender que tenemos, necesariamente, que pasar por Madrid para ser buenos ciudadanos y quitarnos la boina calada. 

Y no hay nada mejor para la “derecha eterna”, la de Viriato y Don Pelayo, la de Agustina de Aragón o María Malasaña, que reconvertirse gracias a las apenadas llagas de inspiración divina que soflama MAR, y que este trasmite, con sigilo, socarronería y burla a la nueva Musa de las Españas. 

Este es un país donde se puede pasar de ser Comunity Manager del “perrito Pekas” a ser preboste altanera del Gobierno madrileño. Y es que los espejos cóncavos hacen milagros, tantos al menos como los que propicia la nueva monja de las llagas, capaz de maquinar un nuevo baile del Rigodón con el que matar varios pájaros con un mismo tiro. Y es que la derecha nacional siempre tuvo gran predilección por la caza mayor: 

Primer tiro: acabar con esa “advenediza e incompetente veleta” llamada Arrimadas. 

Segundo tiro: cambiar de pareja, y bailar con el apuesto Abascal, ese eterno vividor de la Mamandurria nacional. Que para acaparar el voto de la España Éterna ya está “mi Reina”. 

Tercer Tiro: Haré que el “muermo” de Gabilondo siga durmiendo el falso sueño de una ética en la política. 

Cuarto Tiro: acabaré poniendo a Pablo Casado a los pies de mi Nueva Majestad, la reina de los MARES.

Quinto Tiro: “Socialismo o Libertad”. Una buena disyuntiva para hacer frente al bipartito “rojo” desde la Gran Derecha de la que “mi Reina” acabará siendo Emperatriz. 

Y al final, “!Vivan las ‘caenas’!” “!Muera la Pandemia”, que han vuelto a entrar en Madrid los Cien Mil hijos de San Luis, paseantes gallardos por Nuñez de Balboa, al son de cacerolas, sartenes, timbales, organillos y cornetas. La tropa comerá “populismo del bueno”, derrotará a Sánchez tomando “bocatas” de calamares y cañas de la “Libertad”, porque no hay nada más libre que la misma muerte para poder gritar a los cuatro vientos “!Viva mi dueño!”.

Menipo de Carpeto