Mis amigos negacionistas y Miguel Bosé

Tengo amigos negacionistas del virus y de las vacunas y otros que se untan con gel cada vez que se acuerdan de  que tienen manos y no se quitan la mascarilla ni cuando van solos en el coche por si se contagian de sus propias gotículas. Dicen que el miedo es libre pero también lo es negar la evidencia, más en estos tiempos en que la palabra libertad ha sufrido tanto deterioro. Las teorías de la conspiración son bastante atractivas porque dan importancia a quien las formula, porque hemos visto mucho cine y porque es lógico imaginar que siempre hay alguien por encima de quien creemos que está por encima, oculto, moviendo los hilos del universo, detrás a su vez de un interés económico o de poder, el supremo egoísta, el más multimillonario que todo lo maneja y no aparece ni en la Forbes. Pero también tengo amigos que están convencidos de la existencia de seres superiores sin más ocupación que el cuidado de la humanidad y de cada uno de nosotros como ángeles de la guarda, uno en cada una de las cuatro esquinas de nuestras cunas. Tengo amigos y amigas que enarcan las cejas y dan la sensación de ver más allá del horizonte de la Era de Acuario, cuando los Annunaki decidieron venir a la Tierra a sembrarla con nosotros, los pobrecitos y trabajadores seres humanos. También tengo amigos que se tutean y tienen depositada su confianza en un ser más supremo y más todopoderoso aún, creador de todo lo que habita y que dirige nuestros destinos pero siempre consigue salir ileso cuando se le piden responsabilidades ante cualquier plaga que nos envía como esta que ahora nos ocupa y que para otros es pura vanidad fugada de un laboratorio chino.

Miguel Bosé no es mi amigo pero la primera parte de su entrevista me ha merecido todo el respeto, al menos por su sinceridad. Me temo lo peor cuando empiece a negar con esa misma sinceridad la existencia del virus que ya se ha llevado a casi tres millones de personas a ese otro mundo desde donde tal vez nos miran y tal vez nos niegan o piensen que somos los causantes de su eterna, o no, ausencia.

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