EL LADRILLO DE ABASCAL

¿En qué nos diferenciamos los humanos del siglo XXI de un hombre de Neandertal o de Cromañón? Pues la respuesta es fácil: en nada.

Déjese usted de lavar durante tres semanas, no se duche, no se peine, y en vez de vestir con su actual look, póngase un taparrabos de estilo leopardo, oso o animal salvaje.

A esta nueva manera de vida, añada la suspensión temporal de su conexión a internet. Esto incluye redes sociales y por su puesto del Whatsapp. Tire el teléfono o guárdelo en un cajón hasta terminar el experimento.

Suprima televisión, radio o cualquier otro entretenimiento audiovisual de su vida y quédese usted en casa una temporadita que ahora con el covid y las restricciones es el momento ideal.

Siéntese, si lo hace en una silla será mas rápido que en la comodidad del sofá. Y será entonces, dependiendo del grado de control al que usted se someta en su vida, que verá como la fiera que tiene usted dentro sale sin problema.

Lo mismo que ve en el pleno de los diputados todos los miércoles, pero en sus propias carnes. El zumba zumba, en estado puro.

El ladrillo que Abascal le hubiera tirado a la cabeza a Sánchez esta mañana cuando se lo ha llevado al Congreso va a ser un aperitivo en relación con lo que puede ocurrir a usted en su humilde morada.

Toda la rabia, la frustración, la impotencia, la endivia, bueno los siete pecados capitales brotarán como una flor en primavera.

Si está solo o acompañado, todo aquello que es aparecerá de repente delante de sus ojos.

No creo que aguante mucho, dado de como se las gasta el ser humano en época pandémica, pero cuando salga a la calle lo que hacían los de las cuevas será más o menos de las mismas características de lo que usted amigo mío podrá llegar a hacer.

Lo hemos visto en las calles de Barcelona hace bien poco, gente de edades varias haciendo el salvaje, sacando la violencia, viviendo lo que son de verdad sin ninguna diferencia con el hombre prehistórico.

¿Evolucionamos, somos mejores en el 2021 que en la prehistoria?

Me temo que no, que seguimos igual lamentablemente.

La única diferencia es la tecnología, en lo que realmente hemos avanzado. La capacidad de conexión con nosotros mismos y con los demás no ha mejorado, quizás en la antigüedad existía con mayor fuerza. Perdimos el norte con esta sociedad llena de comodidades y de mentiras.

Debemos tener razón por encima del otro, sin respeto hacia nada ni nadie. Donde el que más grita y el que más jode gana y donde no asumimos nunca nuestros actos ni nuestra responsabilidad en lo que hacemos.

Tiempos modernos, tiempos convulsos. A lo mejor si se dejan ustedes, tiempos para reflexionar por dónde vamos y por dónde podemos ir. 

Hagan la prueba, no hace falta el taparrabos, se descubrirán en la verdad de lo que todos somos. Sería bueno que más de uno lo reconociera: dejar de negar la evidencia. Somos lo peor: los demonios se creyeron ángeles y convirtieron el cielo en el infierno.

Evolución, involución, el ladrillo de Abascal…eso es lo que somos.

Marta Herrera