AYUSO NO HAY MÁS QUE UNA

Por suerte o por desgracia la candidata del Partido Popular para la Comunidad de Madrid, Isabel Díaz Ayuso, es única e inconfundible por muchos motivos, pero nos vamos a fijar en el meramente fisiológico: no tiene siquiera una hermana gemela como Emiliano García-Page. 

La campaña en Madrid está traspasando fronteras y las filtraciones políticas van haciendo humedades en la vecina Castilla-La Mancha. El PP de Paco Núñez le está haciendo trabajos a Ayuso en Toledo y en Guadalajara para convencer a unos 200.000 electores que viven en las provincias limítrofes de votar a la derecha, la que presumiblemente les ha echado de Madrid por el altísimo precio de la vivienda. 

Es tanto el furor por Ayuso que ya casi le cuesta hacerse escuchar a Pablo Casado entre los correligionarios liberales que profesan su fe y extienden la palabra de la flamante lideresa. Isabel tiene su propio estilo y ha mejorado la simpleza argumental de Trump hasta la dicotomía más absurda de poner en el mismo plano la libertad y “las cañas a la madrileña”. Y tan nimias son las razones que con dos cañas en una terraza después de un año de desgracia se nos ha subido tal pedo que ya nos hemos olvidado de la corrupción y del fantasma de la ultraderecha. Lo que se llama ahogar las penas en alcohol. 

Pero cuidado con la borrachera de Ayuso, que Ayuso no hay más que una. A veces con las cervezas se cogen unos globos, tales como acostarte con Isabel y despertarte con Paco. Luego llegan los lamentos de que no voy a volver a beber más o es la última vez que mezclo. 

La candidata para la Comunidad de Madrid tiene eso que dicen en los talent shows de TV: “tiene ángel”. Yo añadiría que lo que tiene es descaro para decir barbaridades y resultar simpática como cuando un niño suelta un comentario a destiempo y se le ríe la gracia. 

La última patochada ha sido llamar “mantenidos” a las miles de personas que hacen cola para poder comer cada día. La candidata del PP y ya también de VOX -por estos comentarios- se ha despojado de todo tipo de vergüenzas y aupada por lo augurios se ha desquitado de complejos ideológicos para hablar sin filtros, que nunca los ha tenido. 

Esperamos que este éxito circunstancial no cree escuela en otros territorios para que la degradación de la política no se contagie como la COVID-19 por los aerosoles del odio y el enfrentamiento con palabras gruesas para las que solo existe la vacuna del respeto, que Ayuso todavía no se la ha puesto.

Tere Cardo