La piel del oso y la vacuidad determinista

En un mundo tan vertiginoso como el que estamos viviendo, dos años representan una inmensidad de posibles aconteceres impredecibles, capaces de dar más de una vez la vuelta al mundo, tantas como calcetines desaparecen en las lavadoras. También existen previsiones aleatorias con escasas probabilidades de convertirse en realidad, aunque el Atlético ganó la liga, los sufridores todavía no se lo terminan de creer y Messi, 6 veces balón de oro, se va del equipo con el que consiguió 672 goles y 35 títulos en 778 partidos.

El mal sueño de la pandemia, que por desgracia fue real y sigue dormitando en nuestras almohadas, nos ha dejado sumidos en un pesado cenagal de recuerdos cercanos que muchos aún no conseguimos asimilar como aquellos caballos sin memoria incapaces de recordar la última valla que habían saltado. Nada más propicio para dedicarnos a vivir cada instante, renunciar al pasado por unanimidad y a un futuro más que nunca incierto. 

Existen otras muchas posibilidades, entre ellas aprovechar la ecuación del azar o del indeterminismo que nos acecha para echarse la Ley de las Probabilidades por montera y conjeturar que dentro de dos años vamos a ganar las elecciones. 

Lo ha dicho el clarividente augur Paco Núñez, para quien no lo sepa presidente del PP de Castilla-La Mancha: dentro de dos años ganaremos las elecciones y podremos gobernar junto a Vox en la Comunidad. Vox se ha dado por aludido y ha respondido que serán ellos, los abascales, quienes ganarán las elecciones en una disputa leal sobre la venta al por mayor de la piel del oso.

Se supone que antes de lanzarse a la piscina tanto el PP como Vox han realizado experimentos siguiendo las teorías del determinismo, lo predecible y lo estocástico, aunque es más probable que hayan optado por recurrir a la escuela inicial no axiomática de la probabilidad que se basaba en un cociente de ocurrencias cuya ecuación ilustra estas palabras.

Ese territorio, el de las ocurrencias, no es en ninguno de los casos aleatorio ya que bajo el mismo conjunto aparente de condiciones iniciales se produce el mismo resultado englobado por los budistas bajo el concepto “shuniata” o estado meditativo de vacuidad permanente.

elObservadorDCLM