Los profesores que no se vacunan ¿Son un buen ejemplo para el alumno?

Es común escuchar la opinión de pseudo-médicos, pseudo-abogados y pseudo-microbiólogos en estos días en los que el haber estado ávidos de noticias nos ha hecho aprender mucho sobre lo que acontecía a nuestro alrededor y siempre hay quien piensa que leer un cúmulo de noticias falsas o sensacionalistas en las redes sociales y unos cuantos artículos de periódico nos habilita como “pseudo” para la especialidad que queramos defender.

Esto nos ha llevado a que las gentes puedan hacer un volcado de su opinión sobre el origen del Covid-19, las vacunas, los efectos secundarios de estas, el tiempo de pervivencia de los anticuerpos, e incluso con las distintas variables circulando por nuestra geografía.

A pesar de todo ello, y de la ingente cantidad de afectados y muertos de esta pandemia, aún hay quien se permite el lujo de poner en duda la realidad negando la necesidad de vacuna o incluso en algunos casos aún más graves el tratamiento, como ocurrió con un joven de 20 años que enfermo de coronavirus y en cuarentena convocó una fiesta en Zaragoza. Durante el desalojo se contabilizaron 13 asistentes con edades comprendidas entre 20 y 30 años.  

Los Tribunales Superiores de Justicia de cuatro comunidades autónomas han anulado el pasaporte covid para acceder a los locales de ocio y  un 5% de los maestros no quieren ser obligados a vacunarse. Estas informaciones serán recibidas de diferente manera por cada uno de nosotros, dependiendo si uno tiene hijos en edad escolar o no, o si el profesor que no se quiere vacunar es el tutor de algún familiar.

La legislación española no contempla la obligatoriedad de la vacunación, y así lo han hecho saber los catedráticos de Derecho Constitucional, pero las empresas si pueden poner requisitos a los trabajadores para desarrollar sus funciones. ¿Alguien considera necesario hablar inglés para conducir el camión de la basura?, sin embargo el acceso al puesto requiere unos estudios concretos sin los cuales no se podrá acceder a ello. ¿No se les pide un carnet de manipulador a quienes trabajan la hostelería? ¿Por qué no pedir un certificado de vacuna Covid a quienes tienen entre sus funciones cuidar de la salud y la educación de nuestros padres o hijos?

Las posibles soluciones no se hacen esperar en algunas zonas geográficas. En Hong Kong, donde no hay escasez de vacunas, se ha impuesto para los sectores claves como son funcionarios públicos, personal sanitario y de residencias de mayores e incluso a los maestros, y no lo han hecho de manera obligatoria ya que se les dan dos opciones a los interesados: una es la vacuna puesta a cargo del Estado, y la segunda es la obligatoriedad de someterse dos veces por semana a las pruebas de detección del virus, cuyo coste deberá asumir el propio trabajador.

En Córdoba (Argentina) se ha creado la modalidad de licencia docente sin goce a sueldo para quienes se nieguen a vacunarse, medida que ha sido impuesta el pasado mes de julio cuando está a punto de iniciarse el curso escolar.

En otros lugares se ha impedido que los maestros no vacunados den clase presencial a los alumnos.

En España la ministra de Sanidad descarta obligar a la vacunación a los docentes, porque se calcula que tan solo es un 5% de los docentes españoles los que no quieren vacunarse. Es evidente que no es la misma proporcionalidad que existe en Italia, donde más de 200 mil maestros se han negado a la vacuna, pero ¿Qué ocurrirá cuando se inicie el curso y algunas madres y/o padres detecten que el profesor de su hijo no está vacunado? ¿Se le dará plaza en otra clase al niño o en otro colegio al profesor? ¿Se obligará al docente a teletrabajar? ¿Cobrará el sueldo como siempre? Y lo más importante de todo ello ¿Cómo explican los padres al alumno el motivo por el que el profesor no se ha vacunado? ¿Sabremos explicar a nuestros hijos lo que es un "negacionista"? ¿Es un buen ejemplo el que da el maestro que no se quiere vacunar, o solo es una lección magistral de egoísmo?

P. Moratilla