DE LOS VERDADEROS ECOLOGISTAS DE TOLEDO A UN "ECOLOJETA" DE MONFRAGÜE

En Toledo, desde el límite con la vecina Madrid para ser más precisos, hasta Talavera de la Reina, el Tajo llora triste. Solo se muestra algo jovial en un risueño paréntesis de las Barrancas de Burujón; hermoso paraje en el que se ensancha y desnuda su belleza.

Las lágrimas toledanas del Tajo se deben al atrevimiento y la estulticia de un Jarama que recoge todos los vómitos de los desagües madrileños. Antes, ya comenzó su calvario con la detracción de aguas con un trasvase Tajo-Segura que esquilma el Tajo medio.

El Tajo nace transparente, fresco y ruidoso allá donde se juntan Teruel y Cuenca, donde se dividen las vertientes atlántica y mediterránea. “El río que nos lleva” se muestra bullicioso y juvenil por Guadalajara, pero pronto comienza a sufrir antes de avistar la hermosa ciudad imperial de Toledo.

En Toledo, el Tajo es un lodazal espumoso, un vertedero. Los saltos de agua de los azudes árabes de la ciudad histórica ayudan a crear esas densas y amarillentas espumas que a diario denunciamos. Ello ha llevado a crear algunos pequeños movimientos honestos en defensa del río. 

Al llegar a la ciudad de la Cerámica, las aguas, más remansadas de apenas medio metro de profundidad por amplias zonas del cauce, se convierten en cuna de algas malolientes y mosquitos. Piragüistas olímpicos de la ciudad tienen que buscar otros emplazamientos para sus entrenos. 

Después, el Tajo coge brío, se adecenta hasta llegar a Extremadura donde inunda de vida y esplendor al hermoso Monfragüe. Incluso refresca voluminosamente Almaraz. Allí da vida a plantas, especies y ayuda a configurar un ecosistema envidiable. Alla, el agua de nuevo se represa generosa para placer visual, deportivo y frena el avance de la contaminación. 

Hemos leído recientemente que algunos paisanos extremeños se han dejado embelesar por un furtivo abanderado de la nueva falsa ecología.

 Algunos que le conocen le definen como un vanidosón con un espejo portátil a cuestas. 

Cuentan que quiere montar este fin de semana un macrobotellón de amiguetes en defensa del Tajo en Monfragüe. En fin, cada cual emplea su tiempo a capricho.

 Los que queremos el Tajo, los que queremos Monfragüe, hemos de poner los ojos en su sitio, en el Jarama, en el Trasvase y en Madrid…. y disfrutar el vecino parque nacional.

Con el respeto que merezca el flautista convocante, un tal Paco Castañares, (quienes le conocen cuentan que ha pasado por todo tipo de quehaceres con tal de no dejar de salir del foco), el verdadero ecologismo extremeño debe disfrutar de lo que tiene y sumarse “aguas arriba” donde verdaderamente hay problemas serios. 

Si es vanidad lo que le mueve, que continué su macrobotellón particular. Si lo que oculta, excitando falsa causas, es la defensa intereses distintos que vaya de frente.

Y si lo que busca claramente es querer cazar que se suba a La Mancha. Aquí sí puede cazar…. legalmente. Además, defenderá el Tajo de verdad.

DCLM