El adiós silencioso de Justo Gallego

Justo Gallego, el “loco de la catedral” nos dejó este domingo, cuando el ocio de los ciudadanos les exime de ver los informativos. Se fue dejando una obra que le ocupó cada minuto de su larga vida. No era algo que él hubiera previsto ni soñado en su niñez, ni en su juventud, sino algo que la vida le impuso de forma indirecta tras ser expulsado del convento soriano de Santa María de las Huertas cuando contrajo la tuberculosis, donde había ido para recibir los votos que nunca recibió.

No encontró mejor destino en aquel momento que volver a su pueblo natal, Mejorada del Campo (Madrid). Con 36 años comenzó una faraónica obra, dedicada a la Virgen del Pilar, en unos terrenos que había heredado de su familia y sin el respaldo de la Iglesia Católica. Poco a poco fue invirtiendo en ella cuantos ahorros tenía ayudado esporádicamente por seis sobrinos y algunos estudiantes que voluntariamente viajaban hasta allí en el verano. Consiguió financiar su trabajo con la venta de su herencia y las donaciones que cada cuanto le llegaban, mientras oía día tras día insultos y recibía en su tractor los golpes de las piedras que le lanzaban, hasta que a finales de los 70 comenzaron a visitar el pueblo periodistas asiáticos y americanos que se interesaban por esa obra que estaba llevando a cabo un solo hombre con sus dos manos y un buen acopio de paciencia y fe.

Nunca tuvo planos ni proyectos de obra porque como bien decía “todo estaba en la cabeza”, el soñó esa catedral y consideraba que una luz divina le daba las respuestas a las dudas que se le planteaban para su ejecución.

Utilizó material reciclado, objetos de la vida cotidiana, material de desecho de las constructoras y de una fábrica de ladrillos cercana. Una polea hecha con la rueda de una bicicleta y unas columnas confeccionada con bidones de gasolina viejos.

Poco a poco los gritos fueron cediendo por el cariño del pueblo que se vio acrecentado, en 2005,  con la emisión de un spot publicitario, que le hizo famoso más allá de nuestras fronteras y con el que comenzaron a llegar turistas y periodistas de todas las nacionalidades a su pequeño pueblo madrileño, hasta el punto de crearse una exposición fotográfica que fue exhibida en el MOMA de Nueva York, días más tarde.

Justo cobró por ello 30 mil euros que sirvieron para dar un nuevo empujón a la catedral y llegar hasta este 2021, en el que planificó sus propias vacaciones indefinidas.

Este mes de abril, recibió la medalla de hijo predilecto de la localidad y en noviembre, ya cansado, cedió la catedral a la ONG Mensajeros de la Paz, que asumió el relevo contratando una empresa que analizase la seguridad de la obra y el remate de la misma, que Justo no verá, porque nueve días después de llenar los telediarios con esta noticia, Justo silenciosamente se durmió, para descansar de una vida llena de trabajo.

La “catedral del loco”, construida durante 60 años, tiene 4.700 metros cuadrados y más de 40 metros de alto. Incluye todos los detalles de las catedrales, cripta subterránea, baptisterio, 12 torres de 60 metros de altura, 28 cúpulas y más de 2.000 vidrieras. Algo que parece increíble que haya podido construir un solo hombre.

Cuesta trabajo entender que este espacio aún no sea un templo porque no está consagrado ni reconocido por la diócesis de Alcalá de Henares. La Iglesia católica nunca ha apoyado el trabajo de “un loco”, que se empeñó en hacer un buen regalo a la Virgen del Pilar.

P. Moratilla