Cuestión de "amor propio"

Platón contaba que el ciudadano ateniense Querefonte, amigo personal de Sócrates, hizo en su día una pregunta a una pitonisa del Oráculo de Delfos: “¿Hay alguien más sabio que Sócrates?”. La respuesta del oráculo fue concluyente: “Nadie es más sabio”.

Sin embargo, y siguiendo los datos aportados por Platón, Sócrates nunca asumió, ni aceptó saberlo todo sino más bien al contrario: “Solo sé que no sé nada”, porque según el reconocido filósofo no se puede saber algo con absoluta certeza, ni siquiera en los casos en los que uno cree estar seguro.

Sin embargo el alcalde de Madrid, y portavoz nacional del PP, Martínez Almeida, cree rotundamente que lo sabe todo, hasta el punto de permitirse decir que “Almudena Grandes no merece ser hija predilecta de Madrid” a pesar de haber pasado toda su vida, escribiendo y describiendo el Madrid de ayer, de hoy y de siempre, al tiempo que mantenía la memoria de los muertos que aún no han encontrado descanso y que siguen tirados en algún rincón de una carretera que cuando ya se habían quedado sin herederos que reclamen sus cuerpos, tenían a Almudena que recordaba la historia en sus novelas.  

Almudena ha descrito cómo fue el Madrid de la post-guerra, capaz de mantener la calma, a pesar del daño infringido a los vecinos, con encarcelamientos injustos, con instituciones fascistas y con fusilamientos multitudinarios.

Almudena ha sido, a través de su escritura, la voz de los silenciados. La reivindicación de los muertos y el apoyo de los vivos que siguen clamando justicia. Pero sobre todo Almudena ha sido el orgullo de quienes piensan, sienten y viven como ella, que en Madrid son muchos y en el resto de España muchos más.  

Muy lejos de Sócrates y también muy lejos de las 65.000 firmas recogidas en favor de la iniciativa que pide que se conceda el título “Hija Predilecta de Madrid” a la escritora por ser “una persona que ha representado los mejores valores de esta ciudad: la dignidad y la decencia” está el portavoz del PP y alcalde de Madrid, más listo que Sócrates y Platón juntos, al que el presidente del Gobierno ha tenido que recordar las palabras de Almudena: “Con el tiempo comprendí que la alegría era un arma superior al odio, las sonrisas son más útiles, más feroces que los gestos de rabia y desaliento”.

No he podido evitar el recuerdo una de las lecciones de mi padre: “No hay nada más peligroso que el ignorante que se cree sabio, siempre desconfiado, arisco y agresivo con quien cree, en su fuero interno, que puede enseñarle algo”. Lo doloroso de toda esta historia es que Martínez Almeida sea el representante de los ciudadanos madrileños, que ha conseguido el cargo precisamente sin ser el más votado, pero si con el respaldo de quien pretende situarse en el centro del espectro político, CS, y también de la extrema derecha de Vox, dejando claro que todos ellos se encuentran en el mismo barco a la hora de defender “injusticias”.

Madrid cuenta con 19 concejales de Mas Madrid y 8 del PSOE, todos ellos favorables al nombramiento de Grandes, pero los madrileños entregaron 15 concejalías al PP, 11 a CS y 4 a Vox, que son contrarios a ello. Lamentablemente todos juntos configuran la mayoría de Gobierno de Madrid, que niega el reconocimiento a una escritora que ha contado la historia de Madrid al tiempo que la dotaba de luz, resplandor y sonrisas. Esos que se permiten el lujo de decir que Almudena Grandes no merece el título de hija  “predilecta” de Madrid, son los mismos que vandalizan las estatuas de Pablo Iglesias o Indalecio Prieto, ambas figuras destacadas de la historia de España.

Según el PP, Madrid no quiere, no necesita, que Almudena sea hija “predilecta”. Aun así los grupos que apoyan la idea, han sido capaces de “firmar una prerrogativa con los presupuestos municipales” solo porque es una cuestión de “amor propio”, de los madrileños de izquierdas, porque el amor propio es un ingrediente muy importante para gozar de bienestar psicológico y significa la aceptación de los sentimientos que tenemos por nosotros mismos, hacia nuestras actitudes y comportamientos. Algo difícil de entender para quienes las prerrogativas solo tienen valor material y económico.

Una vez más se remarca la diferencia.  

P. Moratilla