El Feijóo que viene

Si alguien piensa que Feijóo es un político claro y moderado, se equivoca.

Quienes lo conocen bien en Galicia, aseguran que es de personalidad camaleónica, capaz de decir en el mismo día una cosa y la contraria y de adaptarse a variadas ideologías y personalidades políticas, desde el más duro conservadurismo, al liberalismo social. Todo gira, dicen, en función de lo que le permite conservar o ampliar su poder personal.

Según diversos analistas que le conocen por su trayectoria política y personal, a Feijóo le viene como anillo al dedo la frase atribuida a San Agustín: “Mi interés es mi peso específico, por él soy llevado donde quiera que voy”.

Si alguien piensa que Feijóo va a defender la sanidad pública, probablemente se equivoca si hace lo mismo que en Galicia donde, igual que Cospedal en Castilla-La Mancha, se ha dedicado a desmontarla y privatizarla, al tiempo que se ha destacado por su financiación a asociaciones antiabortistas o favorecer a centros educativos que segregan por sexos.

Si alguien espera ver en Feijóo a un gran estadista, probablemente también se equivoque porque en Galicia no se ha significado entre otras cosas por mejorar sus estadísticas en temas como el empleo, todo lo contrario, al tiempo que los gallegos han debido seguir emigrando.

Si alguien espera ver en Feijóo a un político neutral con los medios de comunicación, se equivocan si se tiene en cuenta el control que ejerce en los medios tanto privados como públicos, un control estricto, que ha levantado las protestas de muchos periodistas en Galicia, como también sucedió con Cospedal y su televisión de Castilla-La Mancha. Se atribuye a este control su supervivencia a las fotografías que dieron a conocer su amistad con el narcotraficante Marcial Dorado, suficientemente conocido en toda Galicia, y con el que asistía a viajes (Ibiza y Andorra), cenas y paseos en barco.

Si alguien piensa que Feijóo es un político débil, se equivoca. Ha conseguido cuatro mayorías absolutas, ha articulado el PP como una maquinaria exclusivamente a su servicio.

Si alguien piensa que Feijóo no pactaría nunca con Vox, probablemente se equivoque también, aunque lo haría tras constatar ante la opinión pública que no tuvo más remedio. Por eso le viene bien esa personalidad política camaleónica que le permite ser o parecer débil o fuerte para no dar vida a Vox y contentar al mismo tiempo al ala dura del PP que ha situado en el poder de Madrid a Díaz Ayuso. Resulta sorprendente la nueva afinidad política con Ayuso que ha adoptado medidas en Madrid absolutamente diferentes a las que él ha impuesto en Galicia. 

Se trata pues de un gallego duro, complejo y también populista, algo que no puede faltar en estos tiempos. 

La cuestión es si con esos mimbres, Feijóo será capaz de apagar los diferentes fuegos internos en su partido, Ayuso, Aznar, Vox, y convencer luego de los españoles de que su proyecto es bueno para el país, desde posiciones conciliadoras o frentistas con el actual gobierno.

En su haber cuenta con suficientes medios de comunicación nacionales y con empresarios deseosos de que vuelvan a España las privatizaciones y la política práctica que les devuelve beneficios multiplicados si en su momento hacen bien sus apuestas y, juntos, consiguen convencer al electorado de que no se trata de un proyecto que beneficie solo a unos pocos sino que librará a España de los “comunistas”.

elObservadorDCLM