Salir a la calle sin mascarilla, tocarse y abrazarse

Los psicólogos llaman “hambre de piel” a la falta de contacto físico entres las personas. Han realizado estudios que demuestran la importancia de que el ser humano se toque, se abrace, se mime, se acaricie. Es bueno para todo, relaja, mejora el sueño, aminora el dolor, disminuye la presión arterial y todo porque el contacto físico reduce la hormona del estrés, el cortisol. Por el contrario, saciarse de piel aumenta las llamadas hormonas de la felicidad, las endorfinas que son analgésicos naturales, la serotonina que mejora el estado de ánimo, la dopamina que nos abre al placer y la oxitocina, llamada hormona del amor, del abrazo y de los vínculos. Según estos estudios, tocarse produce placer, reconforta, consuela, anima y genera alegría.

Todo lo contrario, produce la falta de vínculos afectivos. Aseguran que afecta a la memoria y al razonamiento, a la salud mental y física. Durante los meses de pandemia en que hemos experimentado un alejamiento entre las personas han aumentado las depresiones, el insomnio, la tristeza, la ansiedad, el estrés y las conductas suicidas.

Claro que no ha sido solo la falta de contacto físico, hemos vivido miedo y grandes dosis de incertidumbre, pero los psicólogos insisten en la necesidad que tenemos los seres humanos de enviar y recibir señales emocionales a través del tacto: “Necesitamos tocarnos, porque es un modo excelente de dar y recibir afectos de forma reciproca. No nos referimos a conductas sensuales o sexuales, sino a las que se producen en las relaciones con personas de la red social de convivencia, en las relaciones interpersonales cotidianas…”, asegura la profesora de Psicología Inés Monjas Casares.

Esto es un aviso a navegantes. A navegantes de móviles que solo se relacionan a través de las redes sociales, pero se ignoran, están juntos, pero no se miran, ni se tocan, ni se hablan.

Es otra pandemia.

elObservadorDCLM