Y Anita se quitó la mascarilla…

En la residencia de Ana hay revuelo: ¡Ana, Anita, por fin te vas a poder quitar la mascarilla! Un momento, un momento, interrumpe la responsable higiénico-sanitaria: “tenemos que esperar al Real Decreto del Gobierno y luego a lo que se disponga en cada Comunidad Autónoma…”.

Anita lleva desde los 104 años sin quitarse la mascarilla en la residencia. Nunca entendió el motivo por el que debía taparse la nariz y la boca pero miraba a las demás y pronto dejó de protestar. En marzo de este año ha sido su cumpleaños. No se encontraba muy bien el día que cumplió los 106, fuimos a verla, otros días estaba más dicharachera pero este, el de su cumple parecía inquieta y no entendía la fiesta, ni la tarta, ni muñeca que le regalaron. Ni las seis velas. 

Pero este miércoles, 20 de abril, escuchó la discusión entre su cuidadora y la jefa y seguramente pensó que a estas alturas de su vida no le importa un pimiento ni el decreto, ni el gobierno. Se quitó la goma de una oreja, luego de la otra y al fin se sintió libre, sin mascarilla.

ALGO MÁS QUE UN SÍMBOLO

Igual que Ana, este miércoles 20 de abril de 2022, podemos apartar de nuestro rostro algo más que un símbolo. La mascarilla que nos ha separado de nosotros mismos y de los demás, un objeto que primero nos parecía algo extraño y que luego nos ha terminado resultando una prenda más de nuestro vestuario cotidiano, como las gafas, el móvil o el pañuelo. Quien llevaba gafas se le empañaban, quien salía de casa se le olvidaba la mascarilla y algunos se han acostumbrado ya tanto a llevarla puesta que la van a echar de menos como si ahora se sintieran desnudos. Seguiremos viendo por las calles a transeúntes con mascarilla. 

En España se hizo obligatoria la mascarilla en 21 de mayo del 2020, tanto en espacios cerrados de uso público como en abiertos, siempre que la distancia de seguridad entre las personas fuera de al menos dos metros. Desde entonces, nos hemos acostumbrado a respirar a través del papel o la tela, a prenderla sobre nuestras orejas, a tirarla a la basura y tener la sensación de que nos librábamos de algo sucio.

Cuando empezó esta locura, que hemos ido asimilando poco a poco, no había mascarillas, ni material de protección para los sanitarios. Era algo nuevo y tan relevante que ya ha pasado a la historia de las grandes epidemias mundiales. Ahora nos quitamos la mascarilla en España cuando el maldito virus se ha llevado la vida de más de SEIS millones de personas en todo el mundo donde se han producido más de 500 millones de contagios. 

LA PRODUCCIÓN DE MASCARILLAS

Pronto nuestra sociedad de consumo creó billones de mascarillas. Mientras la economía del planeta estaba prácticamente paralizada, desde el primero de marzo de 2020 y en solo un mes, China exportó cuatro mil millones de mascarillas. Luego empezaron a fabricarse también en España donde han llegado a producirse dos millones al día. Hasta el mes de agosto del año pasado, las farmacias españolas vendieron más de 344 millones de mascarillas. Algunos estudios afirman que cada mes se han usado en todo el mundo 130 mil millones de mascarillas. Se estima que la pandemia dejará 1.500 millones de mascarillas usadas en los mares de todo el mundo que tardarán en descomponerse unos 450 años.

Y, como es habitual, algunos empresarios obtuvieron ganancia lícita de la necesidad, otros, con primos y hermanos en cargos públicos, obtuvieron un provecho excesivo por mecanismos demasiado habituales en determinados partidos dentro de un entramado dispuesto a hacer de la necesidad de todos su propia virtud, ganancia de pescadores. Que alguien se compre un yate por ser comisionista en la venta de mascarillas a un Ayuntamiento es también algo para reflexionar. Y para juzgar en los tribunales.

EL FIN DE LAS MASCARILLAS EN EXTERIORES

El diez de febrero de este año se eliminó en España la obligatoriedad de llevar mascarillas en exteriores, con independencia de que hubiera o no distancia entre las personas.

Ahora que ya no será obligatoria ni dentro ni fuera, hay hogares en el mundo desarrollado con mascarillas almacenadas para varias pandemias, unos objetos que apenas servirán de nada a partir de hoy a no ser que el virus vuelva a darnos una nueva sorpresa. Lo mismo que ha pasado con las vacunas, hay hogares en el planeta que no han podido adquirir una sola mascarilla porque no han podido tener acceso a ellas. En las crisis mundiales se marcan aún más las diferencias.

LOS NEGACIONISTAS

No han podido faltar quienes negaban la efectividad de las mascarillas, los mismos que también han negado la existencia del propio virus que se ha llevado la vida de 103 mil personas en España donde se han producido once millones y medio de contagios. En nuestra región, Castilla-La Mancha, el virus se ha llevado la vida de 7.165 personas y ha contagiado a cerca de 500 mil. Unas cifras muy abultadas para que el virus fuera un invento, como decían, para coartar nuestras libertades. 

Librarnos de la mascarilla es también más que un símbolo. Es una sensación de que por fin lo estamos superando, que vamos a cara descubierta, besando y silbando. Y, lo más importante, respirando que es un sinónimo de ir viviendo, un poco más libres.

Con más de cien años, Ana ha vivido muchas historias y este miércoles, 20 de abril, por fin se ha quitado la mascarilla de la nariz y la boca, un objeto para ella inútil, que nunca pudo entender.

elObservadorDCLM